N° 12 Mayo de 2001
 
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Por Julio Pazos B.
Ilustración: Pancho Cordovez

Fanesca

El Diccionario de la Lengua Española dice en su acepción 2 que “Por antonomasia”, el potaje es “legumbres guisadas para el mantenimiento en los días de abstinencia”, y en la 3 prosigue de este modo: “legumbres secas. Provisión de potajes para la cuaresma”. A partir de esta autoridad, solo queda afirmar que la fanesca no es otra cosa que un potaje. ¿Por qué lleva este nombre? Nadie lo sabe. Quizá se deba a que en el mar Cantábrico existe un pez llamado faneca, término que sometido al fenómeno de epéntesis muestra la añadidura de la s. Pero dejemos estas interesantes divagaciones y vayamos al potaje andino. Para componer la fanesca se necesitan 12 ingredientes vegetales, un pescado seco y algunos lácteos. Los vegetales son: alverja, lenteja, maíz tierno, fréjol, haba, arroz, chocho, zapallo, sambo, melloco, maní y cebolla. Se cocinan previamente los granos tiernos. Por razones digestivas no se los pela, excepto los chochos y las habas. Al refrito de aceite, ajo, cebolla y sal se añade el bacalao desaguado. Minutos después se incorporan el zapallo y el sambo, cocidos y cernidos o licuados. Se completa este caldo con leche. A la cocción se agregan los granos y el maní licuado con leche. Según la tradición de la casa se añaden queso, crema de leche y algunas yemas. No debe faltar un manojo de hierbas aromáticas.

Ya en el plato, la fanesca se adorna con plátano maduro frito, rodajas de huevo duro, queso rallado, tiras de ají y pimiento verde y frituras de harina. El sabor le llega a la fanesca de los productos americanos: fréjol, choclo, melloco, zapallo, sambo y sobre todo del maní. Se han visto fanescas en grandes ollas de hierro y en anchas pailas de bronce. Porque el éxito de este potaje reside en la repetición. Salvo la existencia de esos gustos maltratados, de esos que desprecian el bacalao, el maní, el fréjol o el melloco, la fanesca se repite, asunto que obliga a duplicar la preparación. En otro tiempo, después de la fanesca venía el molo, nombre quichua del puré de papas, y por último se presentaba el dulce de duraznos o de higos adornados con queso; sin embargo, el postre más frecuente era el arroz con leche. En este tiempo el puré es opcional.

Vistas las cosas desde la inquietante situación actual, la fanesca es un diálogo: los granos entregan sus respectivos sabores al conjunto, al coro que ensaya en el interior de la paila. Las diversas voces trabajadas con creatividad culminan en una experiencia gozosa. De por sí la fanesca es suculenta. No sorprenda la paradoja. La abstinencia, recomendada por la antigua cristiandad, se cumple, pero no el ayuno. La fanesca en cuaresma es más bien una oración que brota de la tierra.


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