no. 40 - marzo abril 2006
 
 
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Por Julio Pazos B.


Tapados, encocados y balas

Para entonces la gente ya no utilizaba la lengua africana. El horrible comercio de esclavos condujo a la gente a España, luego la trajo a Cuba, luego a Panamá y cuando se la transportaba a El Callao, por descender del barco en busca de agua, se quedó en Atacames; pero la gente hablaba en español y su literatura era la décima del s. XVI. Con el tiempo, la décima cambio el lugar de la pausa y este, en apariencia, pequeño detalle indicó que se había formado otro pueblo.

Entre tanto llegó el plátano, vía Tomás de Berlanga, quien lo sembró primero en lo que hoy es República Dominicana. El plátano, el coco, los mariscos y la guanta se dieron la mano, claro con el sabor de una planta llamada chillangua. Los negros cimarrones fueron a Esmeraldas, aún después del decreto bolivariano de abolición de la esclavitud – no todos los criollos mestizos acataron el decreto, especialmente los dueños de las minas de plata de Popayán y Buenaventura- Otros negros llegaron de Colombia durante la guerra de los Mil Días, en la que participó la imaginación de García Márquez.

La gente negra ocupó territorios mucho antes poblados por los Cayapas. De las guerras entre estos pueblos poco se sabe; aunque, en la cocina de Esmeraldas suele aparecer la chicha de chontilla y la de chontaduro, y aparece la yuca, alimentos de los antiguos habitantes.

Por ejemplo en el cantón Rosa Zárate, nombre republicano de Quinindé, a las siete de la mañana se oye una especie de disparos que salen de todas las casas; pero no se trata de gresca ni cosa parecida, es sencillamente que preparan la bala para el desayuno. En duras tablas de cocina colocan el plátano cocido y lo majan al golpe de una piedra de río. Esta masa acompaña al queso frito y al oloroso café.

Al medio día la gente suele consumir tapados de pescado o de guanta, suculentos guisos de cazuela, en los que se acostumbra poner al fondo la cáscara del plátano, digamos, boca arriba. Sobre ellos echan el plátano rebanado, pimientos verdes, tomate y la carne, y otra vez plátano, tomate, pimiento, carne, etc., y por último, tapan todo con las cortezas del plátano boca abajo. Se añade agua con adobos, se cierra con la tapa de la cazuela y se da paso al trabajo del fuego. El tapado compite con el encocado, pero este plato requiere de otra historia para que luzca como es debido.


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