Desde la época de los
cazadores-recolectores del período
Paleoindio (11 000 a.C.), el hombre utilizó
su hábitat como fuente de aprovisionamiento
y como soporte de sus prácticas culturales.
Estableció puntos de referencia en
el paisaje para identificar el nacimiento
y el ocaso del sol, construyó senderos
para acceder a determinados recursos de valor
ceremonial, e incluso grabó en la superficie
de las rocas aquellos símbolos de sus
creencias.
Los
vestigios del arte antiguo grabados en piedra
se conocen con el nombre de petroglifos, y
han sido registrados por la Arqueología
en todo el planeta. En el Ecuador, la región
que contiene el más grande testimonio
de arte en piedra se encuentra en la Amazonía,
y quien estudió con profundidad este
testimonio prehispánico fue Pedro Porras
Garcés. Las rocas grabadas son numerosas,
más de cien, en los valles de Quijos
Misahuallí. También se han encontrado
petroglifos en otros lugares de nuestro territorio
nacional; por ejemplo en las cercanías
de la población de Lumbaqui, en donde,
durante el proyecto de rescate arqueológico
en el derecho de vía del Oleoducto
de Crudos Pesados, pude identificar dos rocas
grabadas.
Uno
de estos petroglifos se encuentra en los terrenos
de la Cooperativa Foderuma, a unos 4 kilómetros
antes de la población de Lumbaqui;
se trata de una roca de 14 metros de largo
por 10 de ancho y 4 de altura.
Ésta posee una superficie inclinada
en la que se aprecian dieciocho grabados con
figuras zoomorfas, antropomorfas y geométricas.
Los diseños están hechos mediante
un surco (bajo relieve) de aproximadamente
2 centímetros de ancho por 1 de profundidad.
Los diseños son de estilo “contorno
cerrado” y “figurativo”,
que a criterio de Porras, pertenecen a las
etapas de Desarrollo Regional e Integración,
respectivamente. Las figuras representadas
en esta roca son estilizaciones de elementos
del bosque tropical, como la serpiente, el
mono y la figura humana.
La interpretación de esta clase de
vestigio arqueológico es enigmática,
no solo por la falta de estudios, cuanto porque
el simbolismo que encierra está lejos
de ser comprendido por los esquemas mentales
de la sociedad actual. Sin embargo, el dato
concreto revela que se trata de creaciones
realizadas exprofesamente para comunicar algún
tipo de código cultural relacionado
con creencias religiosas o mágicas,
y no, como a veces se cree, la materialización
de un acto mecánico y anárquico.
Estos
grabados, por efecto de los agentes naturales
como la lluvia y la acción de musgos
y líquenes, están en proceso
de borrarse. Su conservación, al igual
que otra clase de bienes del Patrimonio Cultural,
dependerá de las acciones de protección
que los organismos “competentes”
decidan implementar.
|