N° 33 Enero - febrero de 2005
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Por Eduardo Almeida
Foto Luis A. Coloma / Hyla Imágenes

Petroglifos de la Amazonía

Desde la época de los cazadores-recolectores del período Paleoindio (11 000 a.C.), el hombre utilizó su hábitat como fuente de aprovisionamiento y como soporte de sus prácticas culturales. Estableció puntos de referencia en el paisaje para identificar el nacimiento y el ocaso del sol, construyó senderos para acceder a determinados recursos de valor ceremonial, e incluso grabó en la superficie de las rocas aquellos símbolos de sus creencias.

Los vestigios del arte antiguo grabados en piedra se conocen con el nombre de petroglifos, y han sido registrados por la Arqueología en todo el planeta. En el Ecuador, la región que contiene el más grande testimonio de arte en piedra se encuentra en la Amazonía, y quien estudió con profundidad este testimonio prehispánico fue Pedro Porras Garcés. Las rocas grabadas son numerosas, más de cien, en los valles de Quijos Misahuallí. También se han encontrado petroglifos en otros lugares de nuestro territorio nacional; por ejemplo en las cercanías de la población de Lumbaqui, en donde, durante el proyecto de rescate arqueológico en el derecho de vía del Oleoducto de Crudos Pesados, pude identificar dos rocas grabadas.

Uno de estos petroglifos se encuentra en los terrenos de la Cooperativa Foderuma, a unos 4 kilómetros antes de la población de Lumbaqui; se trata de una roca de 14 metros de largo por 10 de ancho y 4 de altura.
Ésta posee una superficie inclinada en la que se aprecian dieciocho grabados con figuras zoomorfas, antropomorfas y geométricas. Los diseños están hechos mediante un surco (bajo relieve) de aproximadamente 2 centímetros de ancho por 1 de profundidad. Los diseños son de estilo “contorno cerrado” y “figurativo”, que a criterio de Porras, pertenecen a las etapas de Desarrollo Regional e Integración, respectivamente. Las figuras representadas en esta roca son estilizaciones de elementos del bosque tropical, como la serpiente, el mono y la figura humana.

La interpretación de esta clase de vestigio arqueológico es enigmática, no solo por la falta de estudios, cuanto porque el simbolismo que encierra está lejos de ser comprendido por los esquemas mentales de la sociedad actual. Sin embargo, el dato concreto revela que se trata de creaciones realizadas exprofesamente para comunicar algún tipo de código cultural relacionado con creencias religiosas o mágicas, y no, como a veces se cree, la materialización de un acto mecánico y anárquico.

Estos grabados, por efecto de los agentes naturales como la lluvia y la acción de musgos y líquenes, están en proceso de borrarse. Su conservación, al igual que otra clase de bienes del Patrimonio Cultural, dependerá de las acciones de protección que los organismos “competentes” decidan implementar.




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