La
laguna de Culebrillas, ubicada a 20 kilómetros
al noroeste de la ciudad de Cañar,
se encuentra al pie del cerro Yanahurco (cerro
negro). Sus dimensiones aproximadas son de
1 400 m de largo por 500 m de ancho. La profundidad
es de 20 m en la parte central y su temperatura
es de 6 a 7 grados centígrados. Este
reservorio lacustre se alimenta de tres cauces:
Yuracyacu, Espíndola y Cruz Pungo.
El excedente de agua s vierte a través
de un desaguadero llamado Culebrillas o río
San Antonio. Tanto los torrentes de ingreso
como el de salida forman en su trayecto vistosos
meandros, cual serpiente que lentamente entra
y sale de la laguna en un proceso interminable.
Esta particularidad geográfica ha motivado,
desde épocas prehispánicas,
el nacimiento de una leyenda que es justamente
la causa de la existencia de los siguientes
vestigios arqueológicos:
a) Estructuras sumergidas. Interesante hallazgo
efectuado por el Club Curitambo en 1978, a
20 m del de saguadero.
b) Labrash carrumi. Este término proviene
del idioma quichua y significa “lugar
para labrar la piedra”. Se trata de
una cantera inca ubicada en una planicie,
a unos 700 m del borde de la laguna y al pie
del cerro Yanahurco. En medio del pajonal
se han descubierto centenares de bloques líticos
labrados y semi labrados.
c) Tambo de paredones. Con este nombre se
identifica a un conjunto de estructuras incaicas,
que se distribuyen en un área aproximada
de 200 metros cuadrados. La disposición
actual de los muros no es la original, ya
que el sitio fue “reconstruido”
a comienzos del siglo XX por la municipalidad
de Cañar para que continuara en uso
como tambo.
d) Puente de Chacapamba. Ubicado a unos 2
km de la laguna, en dirección norte,
se conservan testimonios de muros de pirca
que soportaban un puente de madera de la época
del Imperio Inca.
e) Estructura de Chacapamba. Cimentaciones
de piedra.
f) El Cápac Ñan. El tramo mejor
conservado del Camino del Inca se encuentra
en esta zona. Son aproximadamente 5 km de
una vía empedrada que tiene en sus
bordes antiguas cunetas para recoger el agua
de lluvia.
La
atracción mágica que produce
el paisaje de Culebrillas fue el factor relevante
para que los antiguos indígenas de
la nación cañari plasmaran en
este escenario el mito de su origen. La tradición
oral mantiene latente la creencia de que el
pueblo cañari fue procreado por una
serpiente mítica que bajó de
las montañas y se internó, luego
de cumplida su misión, en las gélidas
aguas de la laguna. Este relato se concreta
en la realidad geográfica del lugar,
por la existencia de los meandros que imitan
el lento movimiento de un ofidio. Dicha creencia
explica las diversas estructuras que construyeron
los cañaris para venerar a la laguna.
Posteriormente, los incas se apropiaron de
la zona, manteniendo tal vez la misma funcionalidad
ritual y añadiendo otras, como la del
tambo y la del camino. El tambo fue de mucha
importancia para los viajeros y se mantuvo
en vigencia hasta comienzos del siglo XX.
Se conoce que en este lugar se hospedaron
ilustres hombres de ciencia como Humboldt
y Caldas.
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