En
la música ecuatoriana se advierte claramente
aquella condición de diversidad que caracteriza
tanto a la cultura como a la naturaleza de este
pequeño país de montañas
en tierras tropicales. Rica en sus matices,
profunda en sus contenidos y cargada de contrastes
en sus expresiones, nuestra música se
desarrolla afianzada en raíces que fusionan
los sonidos del ancestro indígena con
el alegre jolgorio de la guitarra española
y el frenesí rítmico del tambor
africano. Los géneros musicales populares
del Ecuador, al ser producto del mestizaje,
se han convertido en uno de los principales
referentes de nuestra identidad colectiva.
Los danzantes, yaravíes y yumbos de la
Sierra evocan la musicalidad de los rituales
indígenas. El lento acompasar del bombo,
que parece marcar el latir del corazón
de la PachaMama, es una invitación para
que pingullos y rondadores silben dolientes
melodías inspiradas en el frío
recogedor del páramo; como para volar
junto a los cóndores y soportar al viento
con la rigidez de las chuquiraguas. Pero así
como el páramo se transforma en días
soleados en un escenario poblado de luz para
resaltar las altas cumbres nevadas sobre el
limpio manto azul del cielo ecuatorial, así
también el viento de los carrizos se
hace fiesta, junto a guitarras y violines, para
bailar su danza en honor al Sol al ritmo del
sanjuanito. El Inti Raimy, fiesta del Sol para
los indígenas y fiesta de San Juan en
el santoral católico, es, al ritmo del
sanjuanito, el mejor ejemplo del sincretismo
—fusión entre lo indígena
y lo español— propio de la culturalidad
popular del Ecuador.
Si el rondador es el instrumento musical indígena
del Ecuador por antonomasia, la guitarra representa
el contenido ibérico de nuestras canciones.
La guitarra es la compañera inseparable
de los montubios de la Costa a la hora de cantar
los amorfinos, una suerte de contrapunto en
el cual los trovadores se responden mutuamente
con inagotables coplas aprendidas por tradición
oral.
Sin guitarra no existen serenatas; sin ella
no se podrían cantar coplas, tonadas,
ni los alegres albazos, canciones de amanecida.
El nombre albazo se deriva de un canto con el
que se remata la serenata, un canto que se entona
al momento del alba.
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No 11
de ECUADOR TERRA
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