Hace veinte años falleció Oswaldo Guayasamín, pintor poderoso e intransferible, como dijo Pablo Neruda. Su fecunda obra lo convierte en uno de los ecuatorianos más reconocidos en el mundo, y sobre él se ha dicho y se ha escrito mucho (también se ha cantado). Se dice de su arte que es irrepetible. Por fortuna para los quiteños, una gran parte de su obra se encuentra en la capital, en la casa museo que constituyó su último gran proyecto artístico: la Capilla del Hombre. Allí, la fundación Guayasamín, custodia de su patrimonio artístico, exhibe obras de todas las series creadas por el artista: Camino del llanto (iniciada en 1945 tras un amplio recorrido por América), La edad de la ira (iniciada en 1961, a la que Guayasamín consideraba por siempre inconclusa por mostrar la historia humana de violencia y dolor) y La ternura (de la década de 1980, como un homenaje a la tierra, la vida, la madre y los derechos humanos). También se albergan en la Capilla del Hombre retratos –en los que Guayasamín fue muy prolífico–, más de quinientas piezas de arte colonial, casi 250 obras de arte contemporáneo y más de 2 mil piezas arqueológicas, todas de la colección personal del pintor. Recorrer la Capilla del Hombre permite adentrarse en la historia personal de Guayasamín, pero también en la historia de América según la visión del pintor. Como parte de las conmemoraciones, se presentará la exposición “Miradas: belleza y ternura femenina”, dedicada a retratos de mujeres que realizó durante su vida. Se podrá apreciarla del 8 de marzo al 8 de abril.
Para más información, llamar a los teléfonos (02) 2446 455 ó 2452 938.