Es
invierno: los caminos se cubren de lodo; las
mañanas, las tardes y las noches se colman
de gotas; los tanques que los lugareños
usan para recoger el agua-lluvia están
llenos; los 4x4 se quedan embancados, la gente
suda, las corrientes crecen. Es invierno y esto
no es decir poco en el último bosque
“muy” húmedo tropical de
la Costa ecuatoriana, en la zona donde nace
el Cuaque, el Cheve, el Tiaone, el Dógola
y otros ríos con y sin nombre.
Las mulas enlodadas aguardan pacientes a sus
dueños. Ellos juegan rumi, otros hacen
las compras, algunos conversan, otros se sirven
un seco de gallina en el único comedor
del lugar; unos llegan y otros se van en las
pocas camionetas que aparecen. Es sábado
en este pueblo construido con brazos manabas
y formado por unas 50 casas de madera.
La Y de la Laguna es la puerta de entrada a
la zona centro-este de la Reserva Ecológica
Mache-Chindul, refugio de los últimos
remanentes de bosque muy húmedo tropical
del país y quizá del mundo, la
mayor reserva forestal de la Costa, el hábitat
de una gran diversidad biológica y cultural.
Hasta allá, Ecuador Terra Incognita llegó
acompañada por Wellington Montenegro.
Este hombre, que mide 150 centímetros,
es el responsable de la Mache-Chindul; es el
único funcionario del Ministerio del
Ambiente que administra, maneja, controla y
vigila las 119 mil hectáreas de esta
área protegida. “Acá, a
uno lo mantienen ocupado”, dice con su
sonrisa a flor de boca.
Según el “Ingeñero”,
como lo llaman los colonos, los principales
problemas que afectan al área son las
invasiones, la tala ilegal de madera, los litigios
de tierras y (reconoce más tarde) la
falta de personal. Él cree que un paliativo
sería contar con el plan de manejo, requisito
indispensable para toda área protegida.
Mientras tanto, para enfrentar estos problemas
y sus labores, Montenegro cuenta con una oficina
en Quinindé, una computadora, una radio,
un 4x4 y su gusto por los grandes retos. Luego
de conocer todas estas dificultades y limitaciones,
y al volante del Toyota todoterreno, Montenegro
ya no se ve tan pequeño cuando llega
a la Y de la Laguna.
Como su nombre lo indica, este recinto efectivamente
es una bifurcación de la vía:
hacia la derecha, andando unos treinta minutos,
se llega a la laguna de Cube; por la izquierda,
durante unas cuatro horas se atraviesan varios
caseríos antes de arribar a la reserva
privada de Bilsa. En ambos sectores se desarrollan
proyectos de conservación en favor del
área.
En el primero, un grupo de colonos emprende
desde hace un año una experiencia de
ecoturismo. La “Asociación de los
Caimanes de la Laguna de Cube” se formó
con algunos propietarios de las tierras que
rodean este gran charco de 91 hectáreas.
Ramón Loor, Hugo y Winter Zambrano, Bolívar
Paladines,y otros 14 socios alojan a los turistas,
los alimentan y les muestran sus fincas, cascadas,
cuevas y en especial la laguna. En febrero del
2002, esta última fue incluida en la
lista de humedales de importancia internacional
de la Convención Ramsar.
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No 17 ECUADOR TERRA
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