Abril 2002
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Por Patricio Rivas
Foto Murray Cooper

Es invierno en la Mache Chindul

En la Mache-Chindul caen anualmente de2 mil a 3 mil milímetros cúbicos de agua. En época de invierno las torrenciales lluvias y topografía de la reserva originan numerosas cascadas.

Es invierno: los caminos se cubren de lodo; las mañanas, las tardes y las noches se colman de gotas; los tanques que los lugareños usan para recoger el agua-lluvia están llenos; los 4x4 se quedan embancados, la gente suda, las corrientes crecen. Es invierno y esto no es decir poco en el último bosque “muy” húmedo tropical de la Costa ecuatoriana, en la zona donde nace el Cuaque, el Cheve, el Tiaone, el Dógola y otros ríos con y sin nombre.

Las mulas enlodadas aguardan pacientes a sus dueños. Ellos juegan rumi, otros hacen las compras, algunos conversan, otros se sirven un seco de gallina en el único comedor del lugar; unos llegan y otros se van en las pocas camionetas que aparecen. Es sábado en este pueblo construido con brazos manabas y formado por unas 50 casas de madera.

La Y de la Laguna es la puerta de entrada a la zona centro-este de la Reserva Ecológica Mache-Chindul, refugio de los últimos remanentes de bosque muy húmedo tropical del país y quizá del mundo, la mayor reserva forestal de la Costa, el hábitat de una gran diversidad biológica y cultural.

Hasta allá, Ecuador Terra Incognita llegó acompañada por Wellington Montenegro. Este hombre, que mide 150 centímetros, es el responsable de la Mache-Chindul; es el único funcionario del Ministerio del Ambiente que administra, maneja, controla y vigila las 119 mil hectáreas de esta área protegida. “Acá, a uno lo mantienen ocupado”, dice con su sonrisa a flor de boca.

Según el “Ingeñero”, como lo llaman los colonos, los principales problemas que afectan al área son las invasiones, la tala ilegal de madera, los litigios de tierras y (reconoce más tarde) la falta de personal. Él cree que un paliativo sería contar con el plan de manejo, requisito indispensable para toda área protegida.

Mientras tanto, para enfrentar estos problemas y sus labores, Montenegro cuenta con una oficina en Quinindé, una computadora, una radio, un 4x4 y su gusto por los grandes retos. Luego de conocer todas estas dificultades y limitaciones, y al volante del Toyota todoterreno, Montenegro ya no se ve tan pequeño cuando llega a la Y de la Laguna.

Como su nombre lo indica, este recinto efectivamente es una bifurcación de la vía: hacia la derecha, andando unos treinta minutos, se llega a la laguna de Cube; por la izquierda, durante unas cuatro horas se atraviesan varios caseríos antes de arribar a la reserva privada de Bilsa. En ambos sectores se desarrollan proyectos de conservación en favor del área.

En el primero, un grupo de colonos emprende desde hace un año una experiencia de ecoturismo. La “Asociación de los Caimanes de la Laguna de Cube” se formó con algunos propietarios de las tierras que rodean este gran charco de 91 hectáreas. Ramón Loor, Hugo y Winter Zambrano, Bolívar Paladines,y otros 14 socios alojan a los turistas, los alimentan y les muestran sus fincas, cascadas, cuevas y en especial la laguna. En febrero del 2002, esta última fue incluida en la lista de humedales de importancia internacional de la Convención Ramsar.

Lee el artículo completo en la edición No 17 ECUADOR TERRA INCOGNITA

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