El
colaespina pizarrosa (Synallaxis brachyura),
junto a los canasteros, subepalos, limpiafrondas,
rascahojas y trepamusgos, habita en áreas
de vegetación densa y enmarañada
de los bosques tropicales occidentales. |
La
vegetación de la quebrada era muy densa.
Desde su interior escuchaba una y otra vez aquel
nítido silbido, pero todos mis esfuerzos
eran vanos, no podía encontrar al cantor.
Parecía que cantaban las ramas, los suros
o los helechos; el canto parecía no tener
dueño. “Come-pan” o “viejo-soy”,
repetía incansable el invisible, y yo
agotaba mis inútiles esfuerzos por encontrarlo.
Como esta ave, que tiempo más tarde pude
observar y aprendí a conocerla como huicundo
o comprapán, existen numerosas especies
que se han adaptado a vivir en la clandestinidad
de los laberintos de ramas, troncos, epífitas
y hojarasca del interior de la selva tropical
y de los densos bosques montanos.
Estas aves, llamadas por los entendidos como
aves matorraleras de interior de bosque o aves
de sotobosque (vegetación densa que cobija
al suelo y que alcanza a duras penas los cinco
metros de altura), son muy diversas en formas
y plumajes. Sin embargo, todas son “crípticas”,
es decir se camuflan entre el follaje, y son
tímidas y cautelosas cuando de movilizarse
entre la vegetación se trata.
Los grupos más diversos de estas aves
matorraleras son los pájaros hormigueros
(Thamnophilidae y Formicariidae), los horneros,
subepalos, colaespinas y rascahojas (Furnariidae),
los trepatroncos (Dendrocolaptidae) y los tapacolas
(Rhinocryptidae). Las palomas, semilleros, atrapamoscas
y cucos también están representados
dentro de este variado clan de aves.
Nuestro país alberga una gran riqueza
de estas especies, que están representadas
tanto en los bosques húmedos tropicales
como en los bosques secos del suroccidente y
los bosques nublados de las estribaciones andinas.
En las selvas lluviosas del Oriente y del noroccidente
muchas de estas aves suelen agruparse en bandadas
mixtas de seguidores de hormigas: uno de los
fenómenos ecológicos más
notables y fascinantes. Pero, ¿qué
es esto de andar en bandadas mixtas y qué
tienen que ver las hormigas? Ésta es
una de las primeras preguntas que muchos naturalistas
y biólogos se hicieron al escuchar sobre
aquel extraño comportamiento social y,
además, es seguramente la misma pregunta
que nos hacemos ahora.
Las bandadas mixtas están compuestas
por muchas especies que se asocian para movilizarse
en busca de comida. Están formadas básicamente
por pájaros hormigueros, trepatroncos,
rascahojas y uno que otro atrapamoscas, tangara,
carpintero y cuco. Dicho de esta manera suena
sencillo, pero en realidad no lo es del todo.
Al interior de una bandada mixta hay complejas
relaciones sociales e interacciones, de manera
algo similar a nuestras, aunque mucho más
complejas, sociedades humanas.
¿Y las hormigas? Pues, sucede que los
miembros de las bandadas mixtas han aprendido
a aprovechar un recurso inusual para obtener
buen alimento y de modo un tanto sencillo: acompañando
a las hormigas arrieras en sus recorridos por
el bosque. Estas hormigas se movilizan en voraces
hordas por el suelo del bosque, arrasando con
todo lo que se cruce por su camino que sirva
de alimento. A su paso también provocan
que muchos insectos salgan de sus escondites
o huyan en precipitados vuelos y se conviertan
en presas fáciles para las astutas aves
matorraleras. En otras palabras, las aves siguen
a las hormigas arrieras y se alimentan de todo
aquello que éstas ahuyentan; y no, no
se comen a las hormigas como el nombre de muchas
de ellas parecería indicar.
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No 18 ECUADOR TERRA
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