Septiembre de 2002
SECCIONES

inicio
archivo
suscripción
quiénes somos
índice
segmentos fijos


ÚLTIMO NÚMERO

contenido


CLUB DE
SUSCRIPTORES


suscripción
museos socios
tarjeta del club

CONTACTO

 

 

Por Richard Salazar
Foto Ronald Jones

El majestuoso Reino de Quito

Sellos precolombinos elaborados por culturas de la actual Costa ecuatoriana, las cuales fueron ignoradas en todas las versiones del Reino de Quito.

La historia tradicional del Ecuador es un tema que ha suscitado mucha polémica en cada uno de sus períodos. Es así que se ha tornado en un espacio difuso para la población, tanto por los mitos, leyendas y especulaciones que existen como por la inconsistencia de la enseñanza en los establecimientos educativos. En este contexto, uno de los temas más controversiales ha sido el del denominado Reino de Quito, de los habitantes de lo que hoy es el Ecuador en tiempos precolombinos y preincásicos, capítulo importante en la enseñanza de historia nacional.

¿REINO DE QUITO?

Según cuentan la mayoría de los textos de historia, en el territorio que hoy es el Ecuador llegó a constituirse en tiempos precolombinos una gran confederación con organización imperial, a la que el padre Juan de Velasco llamó el “Reino de Quito”. Éste habría llegado a constituirse a fuerza de conquistas, batallas, y finalmente gracias a una alianza matrimonial entre las estirpes de los míticos Toa y Duchicela, que habría unificado a los caras y a los puruháes. El discurso de los “quitólogos” (que es como se designa a los defensores de esta idea) incluso hace una apología de los árboles genealógicos y de ciertos personajes en particular. Se destaca Pacha, quien habría sido la princesa del Reino a la llegada de los incas, hija de Cacha, a quien, en vista de la bravura de los aborígenes y de la belleza de la princesa, Huayna Cápac decide desposar para así, finalmente, llegar a unificar los imperios y extender las fronteras del Tawantinsuyu. A partir de estos sucesos es que Atahualpa no habría sido solamente Inca, sino Inca-Shyri y además, Duchicela. No faltaron historiadores que crearan la etimología y el árbol genealógico de esta estirpe, deviniendo las designaciones completas de Pacha Duchicela XVI y Atahualpa Duchicela XVII.1 Esto sin duda deja intacta la dignidad quiteña.

De ahí que en el período gubernamental 1992-1996 tuvo el Ecuador un secretario de Estado de Asuntos Indígenas con supuesta ascendencia directa de la mítica y altiva estirpe, con pomposo nombre: Luis Felipe Atahualpa Huaraca Duchicela Santa Cruz XXVIII. Lo curioso es que, por un lado, los documentos donde se supone se prueba la legitimidad de esta genealogía han desaparecido y nadie los ha visto jamás (además de que, en general, es imposible reconstruir sustentadamente cualquier genealogía indígena en el país, por varios motivos que no vienen al caso), y, por otro lado, se sabe que este “último de los emperadores indígenas ecuatorianos” dominaba el inglés y acaso el francés, pero no conocía ni una sola palabra en quichua (más allá de los difundidos términos cancha, ayayay, arrarray, guagua, taita, atatay, y otros de dominio común), además de que no gobernó ni un solo día. Es decir, su nombramiento no pasó de ser ficticio y simbólico.

Lo grave con respecto a este Reino es que no ha dejado ninguna huella arqueológica (y mucho menos documental) que respalde estas aseveraciones, más aun tratándose de una sociedad de esta envergadura. Porque, como dice Ernesto Salazar (que de paso sea dicho, no tiene ningún parentesco con mi persona): “al fin y al cabo, pueblos de organización mucho menos compleja lo han hecho.

inicio - archivo - suscripción

CONTENIDO REVISTA 19


continúa

 

portada inicio archivo subscripción inicio portada archivo subscripción