Noviembre de 2002
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Por Patricio Mena-Vazconez
Fotos Jorge J. Anhalzer / Archivo Criollo

El Hielo: crisol de la diversidad

Los glaciares esculpen indescriptibles figuras a considerables altitudes, donde el frío anula las posibilidades de vida y la desplaza hacia lugares más acogedores.

Cuánto de lo que sucede hoy está marcado por lo que pasó hace tiempo? Es difícil decirlo, pero es innegable que al menos ciertos eventos antiguos han tenido una influencia notable en el presente. Por supuesto, todo depende de la escala. A niveles individuales, lo que hicieron o dejaron de hacer nuestros abuelos (hace unas cuantas décadas) puede tener consecuencias significativas en nuestras vidas. A escala universal, los tres primeros minutos después del Big Bang (hace miles de millones de años) fueron determinantes para lo que sucedió después en la historia del cosmos.

A una escala intermedia (que trasciende los predicamentos personales y que, sin embargo, nos afecta más que las aventuras de agujeros negros y cometas), está lo que sucede en nuestro planeta. Lejos de ser una bola estática, la Tierra ha tenido una historia de cambios constantes, muchos de ellos catastróficos y violentos, otros lentos y continuos, todos interactuantes y repletos de repercusiones para la vida y la sociedad. A esta escala planetaria, uno de los eventos más singulares es el de las glaciaciones. El solo hecho de pensar en colosales masas de hielo que avanzan lenta e inexorablemente, cubriendo vastas zonas de la Tierra durante miles de años, y que luego se retiran de la misma manera, ya nos pone la piel de gallina. Las consecuencias actuales de esos movimientos de hielo son algo todavía más extraordinario porque, al contrario de lo que sucedía hace miles de años, esas consecuencias las vivimos día a día, muchas veces de manera inadvertida.

Pero, ¿qué tienen que ver las antiguas edades de hielo con lo que pasa hoy?, ¿qué relación hay entre todo esto, un país como el nuestro y las vidas de sus habitantes? Para empezar, vale revisar lo que son las glaciaciones. Una de las grandes variaciones que sufre nuestro planeta, de manera más o menos cíclica, es la de la temperatura. No hablamos de la temperatura diaria, ni siquiera de la anual, sino de cambios a escalas temporales mucho mayores. De tiempo en tiempo (medido en decenas y centenas de millones de años), el planeta entero se enfría, y los casquetes polares empiezan a crecer; crecen tanto que cubren sitios que antes no habían conocido ni de lejos estas masas heladas.

El porqué sucede algo tan extraordinario no está del todo claro. En ámbitos académicos hay varios debates sobre el tema, inclusive se discute si la causa es extraterrestre (por ejemplo, variaciones en la órbita de nuestro planeta alrededor del Sol que hacen que la Tierra se aleje de su estrella madre, o el cruce del sistema solar por una nube cósmica, lo que oscurece y enfría todo) o terrestre (como cambios en la situación de los polos, aumentos y descensos de la temperatura interior del globo, etc).

Sin importar en este momento la razón precisa, lo cierto es que no solo los casquetes polares crecen durante las glaciaciones. En las partes más altas de las zonas donde no llegan los hielos polares, incluyendo las zonas tropicales como la de nuestro país, los hielos de las cimas montañosas también crecen y cubren enormes áreas que antes tenían vegetación y un clima más templado.

Lee el artículo completo en la edición No 20
de ECUADOR TERRA INCOGNITA

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