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Por Jonathon Miller
Foto Jorge J. Anhalzer / Archivo Criollo

Napo- Galeras: entre la neblina y el misterio

A los pies del volcán Sumaco se levanta la cordillera de Napo-Galeras, que reúne las cabeceras de algunos ríos amazónicos, cuyas aguas alimentan al caudaloso río Napo.

Napo-Galeras es un monumento de la naturaleza tropical que aún se encuentra en un estado relativamente prístino. Es un lugar único al ser un macizo aislado de piedra caliza que resalta sobre los llanos del alto Napo: se levanta a los 400 metros (m) y alcanza los 1 730 m sobre el nivel del mar. En esta cordillera se originan cuatro ríos amazónicos; sus numerosas vertientes y arroyos, quebradas y cascadas han tallado profundos abismos en la piedra caliza, creando valles tremendos, algunos de varios kilómetros de ancho que se extienden libremente en diferentes direcciones desde su majestuosa cresta, confirmando su autoridad sobre la cuenca amazónica. Al estar ubicado en las faldas del volcán Sumaco, en una pequeña área de abrupta transición altitudinal, es asilo de diferentes microclimas y ecosistemas de la más alta diversidad florística de la superficie de la Tierra, que merecen la atención de la ciencia y los esfuerzos de conservación. Alberga un gran número especies de flora y fauna endémicas del lugar, y varias especies de mamíferos y aves amenazadas como el oso de anteojos (Tremarctos ornatus), el jaguar (Panthera onca), el gallo de peña (Rupicola peruviana) y el guacamayo verde (Ara militaris).

Envuelto en neblina excepto en enero y febrero, únicos meses del año que revelan su solemne cresta al cielo azulado, este cerro enmarañado de misterios es considerado sagrado dentro de la cosmovisión de varios pueblos amazónicos, fuente de importantes mitologías indígenas y de espíritus divinos invocados en rituales de curación por shamanes actuales y de antaño. Sin embargo, pocos son los que saben sobre su pasado, y menos aún quienes tienen contacto con los espíritus que habitan allí.

Tuve la oportunidad de conocer algunos de los últimos viejos sabios de tres etnias amazónicas que se relacionan de manera muy íntima y profunda con esta cordillera: los yachaks (sabios) quichuas del alto Napo, que la conocen como Izhu Mankallpa Urku; los yajeuncucu (tomadores de yaje) secoyas que la llaman Jaicunti y los iroinga (aquellos que abarcan todas las experiencias) huaorani que la nombran Eygahueyaboga o Unquiyabe. Estos tradicionales abuelos, que han acumulado conocimientos místicos y esotéricos basados en la experiencia colectiva de sus culturas milenarias, consideran a este macizo amazónico como un área de gran importancia religiosa y espiritual, de atribuciones apocalípticas, a través de sus visiones, historias y su contacto con seres divinos sobrenaturales.

Por medio de este artículo deseo compartir lo que conozco sobre la mitología, las narraciones y las creencias de los viejos sabios, y algo de mis propias experiencias sobre este cerro desconocido que ahora forma parte del Parque Nacional Sumaco Napo-Galeras.

Mi mente salta cuando me pongo a pensar en las experiencias vividas allí. Me acuerdo de las cascadas del alto río Pusuno (el río de las burbujas), en donde las aguas verdes y cristalinas fluyen por zanjas y arroyos, encima de las planicies de piedra caliza. Regresan a mi cabeza las imágenes de las cascadas del río Cachiyacu y las nutrias que juegan libremente, los nidos de los guacamayos verdes ubicados en las peñas del río Pucuno y los espléndidos gallitos de la roca.

Lee el artículo completo en la edición No 20
de ECUADOR TERRA INCOGNITA

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