Enero de 2003
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Por Melissa Moreano
Foto Christoph Hirtz

Guaranda y su carnaval de agua

Las autoridades prohiben "carnavalear" a los participantes del desfile, pero eso no impide que el público quede empapado.

Tuve la suerte de conocer Guaranda y sus carnavales, siendo aún muy pequeña, gracias a un amigo de mi mamá; gran camarada y gran carnavalero. En aquel entonces existía una pileta en la Plaza Roja y allí iban los guarandeños al salir del trabajo, de la escuela o del colegio a “carnavalear”. Hoy la Plaza Roja no tiene fuente, así que la mojada es en la pileta del Parque Central.

De aquella época he conservado el cariño por estas fiestas y el conocimiento de que al Carnaval hay que vivirlo, hay que sentirlo, hay que salir a la calle dispuesto a todo. Los guarandeños se preparan durante semanas para sus carnavales y por suerte reciben un bono para sobrellevar los gastos de tanta comida, trago y visitas. Lo importante es que, aunque siempre hay los que hacen quedar mal, la mayoría de gente juega más con alegría que con violencia, en Guaranda nadie moja por venganza, sino por juego. Por ello, en cierto sentido, con este artículo intento hacer una reivindicación del llamado “salvajismo” de jugar con agua.

Comencé por indagar de dónde provenía este gusto por el agua y me fui a la biblioteca. En los libros encontré que éste es otro ejemplo de cómo los rituales católicos enmascararon a las fiestas indígenas. Durante tres días, en la segunda luna del año, los indígenas Huarangas (tribu de la nación de los Chimbos) festejaban a su cacique con una fiesta llena de cantos, bailes, comida y bebida. “Gobernantes y gobernados van bailando y arrojando a la concurrencia harina de maíz, flores y agua perfumada, resultado ésta de la cocción de vegetales aromáticos”. Cuando los conquistadores llegaron con su fiesta pagana del Carnaval, se dieron cuenta que la fecha de ambas celebraciones coincidía, además de ciertos elementos como el agua y el desenfreno previo a la austeridad de la Cuaresma: “El agua se instaló desde el remoto carro naval griego y pagano y se utiliza en los ritos del mundo cristiano... y es parte del Carnaval en muchos lugares europeos”.

Pero no todo es agua. El programa oficial empieza con la elección del Taita Carnaval, que se encargará de preceder las fiestas y los desfiles. La preparación de las comparsas toma semanas, se confeccionan disfraces, se elige la música, el tema y los colores. La mayoría de instituciones y colegios participan y toda la ciudad asiste, todos se empapan mientras observan. Hay defiles en cualquier parte de la provincia y cada día se puede ir a uno diferente.

Uno de los desfiles que recuerdo con mayor cariño es el de hace dos años en Chimbo, a veinte minutos de Guaranda, tierra de artesanos de juegos pirotécnicos. En otro momento, si mirábamos detrás de algunas puertas hacia los patios interiores de las casas, hubiésemos encontrado estructuras de carrizo de mil y un formas envueltas en papel cometa multicolores, el esqueleto de los castillos y las vacas locas. Pero ese día Chimbo se había transfigurado. La plaza central estaba atestada de gente y el desfile a punto de empezar.

Lee el artículo completo en la edición No 21

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