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Por María Cecilia Terán
Foto Jonathan Green

Los Arrecifes, selvas submarinas

Un pez halcón coralino (Cirrhitichthys oxycephalus) aparece en un brazo de coral durante una noche de buceo en Coral BAy, en la isla Wolf, al norte del archipiélago de Galápagos.

El mar ha sido siempre considerado como fuente de leyendas y cuentos; su misterio ha llevado a miles de curiosos aventureros a intentar descubrir sus secretos, pero sin duda sigue siendo una caja de sorpresas.

Uno de los ecosistemas marinos más formidables son los arrecifes, los cuales debido al color, la belleza de formas y diseños, y a la tremenda variedad de vida, han sido denominados: “las selvas de los océanos”. Los arrecifes se desarrollan en aguas tropicales y se calcula que alrededor de un millón de millas cuadradas de las aguas costeras tropicales pocos profundas están dominadas por arrecifes de coral, lo que representa aproximadamente el 0,17% del total de la superficie del planeta.

Los arrecifes de coral son únicos entre las asociaciones marinas, ya que están formados enteramente por actividad biológica, es decir existe una variedad de organismos marinos que se encargan, mediante sus funciones metabólicas, de la construcción de grandes edificaciones macizas, que superan en escala la arquitectura de cualquier otro ser viviente, incluido el hombre.

Los arrecifes son esencialmente depósitos masivos de carbonato de calcio producido principalmente por los corales, algas calcáreas, esponjas y otros organismos.

Aunque los corales se encuentran en gran parte de los océanos del mundo, los arrecifes solamente crecen en los trópicos, debido a que solo en condiciones tropicales pueden desarrollarse apropiadamente los Corales Hermatípicos, únicos productores de arrecifes. Éstos albergan en su interior a miles de algas unicelulares llamadas Zooxantella, indispensables para su buen crecimiento. El tamaño de los corales incidirá en la producción de carbonato de calcio y, por lo tanto, en el tamaño de los arrecifes. Esta relación exitosa se ha mantenido alrededor de 200 millones de años.

Los corales necesitan de condiciones especiales para poder vivir, estas son: aguas cálidas, claras y poco profundas. Al parecer estos factores son un limitante para el desarrollo de arrecifes de coral en las costas del Ecuador, donde muchas veces se encuentran aguas frías como efecto de la corriente de Humboldt, y con alta sedimentación como resultado de las desembocaduras de ríos continentales. Sin embargo, existen formaciones rocosas con parches de coral, que albergan también a una gran diversidad de especies. Ejemplos de ello son las colonias coralinas que se encuentran en las Islas Galápagos y las grandes colonias de corales hermatípicos de la zona costera del Parque Nacional Machalilla y en la Isla de la Plata. Estas colonias, significativas por su tamaño, probablemente representan el límite sur para la distribución de colonias de corales hermatípicos de grandes dimensiones en el este del Pacífico.

Los arrecifes tienen la capacidad de albergar a un gran número de especies (más de 4.000), estas pueden variar en tamaños, formas y colores, desde el diminuto Caballito de Mar de Nueva Caledonia que apenas alcanza el tamaño de la uña del dedo meñique, hasta los enormes Meros, característicos del Pacífico y Caribe, que llegan a medir más de 3 metros y a pesar más de 200 kilogramos. Esta gran variedad de organismos han hecho de los arrecifes un ecosistema altamente diverso, donde las interrelaciones entre especies son esenciales para la supervivencia de sus miembros.

Lee el artículo completo en la edición No 23

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