El
mar ha sido siempre considerado como fuente
de leyendas y cuentos; su misterio ha llevado
a miles de curiosos aventureros a intentar descubrir
sus secretos, pero sin duda sigue siendo una
caja de sorpresas.
Uno de los ecosistemas marinos más formidables
son los arrecifes, los cuales debido al color,
la belleza de formas y diseños, y a la
tremenda variedad de vida, han sido denominados:
“las selvas de los océanos”.
Los arrecifes se desarrollan en aguas tropicales
y se calcula que alrededor de un millón
de millas cuadradas de las aguas costeras tropicales
pocos profundas están dominadas por arrecifes
de coral, lo que representa aproximadamente
el 0,17% del total de la superficie del planeta.
Los arrecifes de coral son únicos entre
las asociaciones marinas, ya que están
formados enteramente por actividad biológica,
es decir existe una variedad de organismos marinos
que se encargan, mediante sus funciones metabólicas,
de la construcción de grandes edificaciones
macizas, que superan en escala la arquitectura
de cualquier otro ser viviente, incluido el
hombre.
Los arrecifes son esencialmente depósitos
masivos de carbonato de calcio producido principalmente
por los corales, algas calcáreas, esponjas
y otros organismos.
Aunque los corales se encuentran en gran parte
de los océanos del mundo, los arrecifes
solamente crecen en los trópicos, debido
a que solo en condiciones tropicales pueden
desarrollarse apropiadamente los Corales Hermatípicos,
únicos productores de arrecifes. Éstos
albergan en su interior a miles de algas unicelulares
llamadas Zooxantella, indispensables para su
buen crecimiento. El tamaño de los corales
incidirá en la producción de carbonato
de calcio y, por lo tanto, en el tamaño
de los arrecifes. Esta relación exitosa
se ha mantenido alrededor de 200 millones de
años.
Los corales necesitan de condiciones especiales
para poder vivir, estas son: aguas cálidas,
claras y poco profundas. Al parecer estos factores
son un limitante para el desarrollo de arrecifes
de coral en las costas del Ecuador, donde muchas
veces se encuentran aguas frías como
efecto de la corriente de Humboldt, y con alta
sedimentación como resultado de las desembocaduras
de ríos continentales. Sin embargo, existen
formaciones rocosas con parches de coral, que
albergan también a una gran diversidad
de especies. Ejemplos de ello son las colonias
coralinas que se encuentran en las Islas Galápagos
y las grandes colonias de corales hermatípicos
de la zona costera del Parque Nacional Machalilla
y en la Isla de la Plata. Estas colonias, significativas
por su tamaño, probablemente representan
el límite sur para la distribución
de colonias de corales hermatípicos de
grandes dimensiones en el este del Pacífico.
Los arrecifes tienen la capacidad de albergar
a un gran número de especies (más
de 4.000), estas pueden variar en tamaños,
formas y colores, desde el diminuto Caballito
de Mar de Nueva Caledonia que apenas alcanza
el tamaño de la uña del dedo meñique,
hasta los enormes Meros, característicos
del Pacífico y Caribe, que llegan a medir
más de 3 metros y a pesar más
de 200 kilogramos. Esta gran variedad de organismos
han hecho de los arrecifes un ecosistema altamente
diverso, donde las interrelaciones entre especies
son esenciales para la supervivencia de sus
miembros.
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