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Por María Clara Montaño
Foto Ronald Jones

La ruta del Spondylus

Collar de concha Spondylus con 32 cuentas y unos 112 cm de largo de la cultura Valdivia (3500 a.C. - 1500 a. C.). Tiene un pendiente ornitomorfo que representa a una águila arpía.

El molusco Spondylus crece en las aguas cálidas de la Costa ecuatoriana. Sus colores externos (en tonos rojo y amarillo), su espinosa “cabellera”, el rojo y morado de sus labios y el blanco de su interior, le otorgan una peculiar belleza.

Actualmente, el Spondylus es parte de la gastronomía del Litoral ecuatoriano. Su carne es sabrosa y su concha decora los platos en los que se lo sirve. Sin lugar a dudas, fue utilizado como alimento por nuestros antepasados indígenas de la Costa, pero su concha transcendió lo netamente decorativo para convertirse en un objeto sagrado que viajaba de sur a norte y de norte a sur por las montañas frías hasta la selva, por la costa y por el mar, a lo largo de toda Andinoamérica y Mesoamérica.

Los objetos tienen una vida simbólica que, en ciertos casos, les permite mantenerse vigentes y cumplir diversas funciones a lo largo del tiempo. Hay objetos que sirven como regalo, hay otros que funcionan para el intercambio y existen algunos más cuyo destino es permanecer guardados. Estos últimos son los objetos sagrados y poseen la fuerza mágica de hacer visible a lo invisible y representar lo irrepresentable. Los hombres deben guardarlos porque son regalos de los dioses y de los espíritus ancestrales.

Sin embargo, el caso de la concha Spondylus fue diferente. Se trataba de una reliquia que, sin dejar de ser sagrada, servía como objeto de intercambio.

Este doble uso fue causado por el tremendo prestigio que adquirió como emblema ritual. Tal fue su fama que los pueblos que no encontraban al molusco en sus territorios solicitaban su concha a los mercaderes de otras regiones. Esto provocó una demanda suficiente como para que se creara una enorme red de exportación.

La concha roja o Mullu


Durante la época prehispánica, en el territorio que hoy pertenece al Ecuador, la circulación de la Spondylus (al que los aborígenes llamaban Mullu) respondía a las diversas lógicas en los dominios de la vida ritual y comercial.

Aunque cada sociedad la representó de una manera diferente y le dio su propia función y empleo, esta concha nunca dejó de ser lo que había sido en su origen: un objeto sagrado que viajaba y que, una vez llegado a su destino final y de haber sido intercambiado, debía ser guardado celosamente en los templos o junto a los difuntos.

Al Spondylus se le atribuían poderes relacionados con la lluvia y la abundancia, la fertilidad de la tierra, la transmisión de la vida y la conservación de la cultura. Era el alimento favorito de los dioses de Andinoamérica y Mesoamérica. Su concha participaba activamente en los ritos como instrumento de predicción del clima. Las culturas aborígenes la transformaron en objetos de la más variada índole: cuentas para collares sagrados, máscaras, placas lentiformes, figurines, entre otros.

En Andinoamérica, el molusco era trabajado de acuerdo a las necesidades religiosas. Una vez llegado a su destino final, era guardado como ofrenda para los antepasados, ancestros míticos o dioses (los que se alimentaban de Mullu).

Era un objeto que servía para reforzar el poder simbólico de los miembros de las élites sociales (shamanes y sacerdotes, guerreros y señores principales). Además, era portado como ornamento de prestigio y formaba parte de la parafernalia funeraria de estos personajes después de su muerte terrena.

Lee el artículo completo en la edición No 23

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