Antiguamente, los estados se declaraban la
guerra, movilizaban las tropas, y al final,
"en lucha limpia", si cabe la frase,
uno se declaraba vencedor y otro vencido.
Carl
von Clausewitz, en su obra "De la Guerra",
el tratado más famoso que se haya escrito
sobre el tema (1832), señalaba que
la guerra es la continuación de la
política estatal por otros medios.
La Guerra del Desierto demostró que
la visión de Clausewitz era solamente
de la guerra occidental. En efecto, tras la
aplastante derrota militar iraquí,
el triunfo aliado se vio disminuido por la
inesperada proclama de victoria de parte de
Saddam Hussein. Su espíritu indomable
había quedado intacto, y más
aún, seguía gobernando; sólo
había perdido un poco de armamento
y algunos miles de combatientes. Clausewitz
había fallado en advertir que los pueblos
de la tierra tienen su propia "cultura
militar" que puede distar enormemente
de la visión occidental. Es con esta
consideración que cabe acercarse al
problema de la guerra precolombina, en la
que se pueden encontrar confrontaciones pedidas
por los dioses, o guerras rituales para obtener
prisioneros para los sacrificios, pero nunca
guerras por el oro o por inexistentes armas
de destrucción masiva.
La guerra en el Ecuador aborigen no ha sido
tratada por los estudiosos, excepto tal vez
en épocas tardías de las que
se conserva alguna información documental.
Tradicionalmente, las armas de la caza han
sido también las armas de la guerra,
circunstancia que ha opacado en gran medida
la visión arqueológica del conflicto
bélico precolombino. En todo caso,
se presume que el nivel de conflicto entre
cazadores-recolectores del período
Precerámico (10000-3500 a.C.) habría
sido mas bien moderado, en razón de
que, por un lado, no habrían existido
territorios con límites bien definidos
y, por otro, la necesidad de las bandas de
relacionarse continuamente, habría
propiciado una cohesión social de hostilidad
restringida.
En cambio, a partir del período Formativo
(3500-500 a.C.), el desarrollo de la vida
aldeana, con casas y parcelas propias de los
agricultores, habría agudizado el sentido
de identidad territorial y, por ende, el de
conflicto. Posteriormente, el surgimiento
de cacicazgos en los períodos de Desarrollo
Regional e Integración (500 a.C.-1500
d.C.), habría generado una conciencia
étnica más proclive a defender
por las armas los intereses individuales y
de grupo. Así, ciertas figuras de la
cultura Guangala armadas de propulsor representan,
al parecer, guerreros listos para la batalla
(algunos llevan inclusive un escudo protector).
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No 26
de ECUADOR TERRA
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