N° 27 Enero - febrero de 2004
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Por Ana María Carrera
Fotos Steve Winter

El juicio del siglo

Indiferente a la extracción petrolera, este indígena amazónico parece estar acostumbrado a los peligros de vivir cerca de los mecheros que constantemente queman gas.

Los ojos del mundo están puestos sobre el Ecuador. Pero ¿qué razón extraña existe para que despertemos tanto interés? La prensa internacional en grandes titulares indica: “Ecuador: siga paso a paso el juicio del siglo”, o “el juicio de la historia”. Nos preguntamos ¿qué de oculto tiene este juicio, para que los reporteros de numerosos medios de comunicación de todo el mundo se hayan instalado en la sala de la sencilla corte de Lago Agrio, en la Amazonía ecuatoriana?

Las razones son simples y las circunstancias complejas. Setenta y tres aguerridos miembros de diversas comunidades amazónicas huaoranis, sionas, secoyas, e incluso colonos, demandan a nombre de su gente que la compañía Chevron-Texaco, limpie los daños ambientales e indemnice los problemas de salud pública generados a raíz de la explotación petrolera.

Chevron-Texaco asegura que por su parte no adeuda nada, puesto que en 1998, el propio Gobierno Nacional del Ecuador le eximió de toda culpa. Además, en la época en la que operó la compañía no existían leyes ecuatorianas que amparen lo que hoy por hoy demandan los amazónicos.

Entonces, pretenden que PetroEcuador, nuestra empresa estatal de petróleos, pague la cuenta. A primera vista, alcanzamos a leer que la justicia ecuatoriana tiene todas las de perder frente al gigante petrolero.

Ecuador es el primer país en América Latina con una oportunidad histórica para sentar precedentes ante el abuso de las compañías petroleras transnacionales. Esta es la primera vez que una compañía de petróleos es forzada por una corte de su propio país, a ser juzgada por la justicia latinoamericana.

Un poco de historia...

La empresa petrolera Texaco es considerada la segunda más grande de EE.UU. y la quinta en el mundo. Fue constituida en 1901 en el estado de Texas y opera en más de 180 países de Asia, Europa, Medio Oriente, Estados Unidos, Canadá, América Latina, el Caribe y el este de África.

En 2001 Texaco y Chevron Corporation anunciaron su fusión: la Chevron-Texaco Corporation. En el Ecuador, Texaco Petroleum Company, subsidiaria de Texaco, inició sus operaciones en 1964. Estas duraron treinta años, durante los cuales la compañía se ligó en consorcio con la Corporación Estatal Petrolera Ecuatoriana (CEPE), la mayor accionista del consorcio, que en 1989 se convirtió en PetroEcuador.

Al término de la participación de la compañía extranjera, ésta inició un programa de reparación por un monto de $40 millones de dólares durante varios años para asegurarse de que no quedasen rastros del impacto ambiental.

El Gobierno de Ecuador aprobó el trabajo de reparación y eximió a Texaco Petroleum de otras demandas y obligaciones. En los últimos 13 años, Petroecuador ha sido el único operador de estos campos petrolíferos.

Ha pasado ya una década desde que los pobladores de nuestra Amazonía iniciaron un proceso judicial en las cortes estadounidenses para tratar de probar la existencia de daños ambientales y, por ende, a la salud pública, producidos, según los demandantes, por la participación de Texaco Petroleum en consorcio con PetroEcuador.

La compañía estadounidense solicitó a la corte desechar la demanda por falta de méritos técnicos y de procedimientos. Los abogados de los demandantes utilizaron los medios de difusión masiva y el Internet para promover una acción judicial y realizar alegatos contra Texaco ahora convertida en Chevron-Texaco.

Lee el artículo completo en la edición No 27
de ECUADOR TERRA INCOGNITA

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