N° 28 Marzo - abril de 2004
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Texto Geraldina Guerra
Ilustración Agustín Butti

Las parteras quichuas de Archidona

Rodeada de las plantas tradicionales e implementos que utilizará en su labor, una partera quichua asiste un alumbramiento con técnicas y conocimientos ancestrales.


Huele a selva, a plátano verde, a guayusa hervida. El fuego arde y una mujer del Alto Napo está a punto de dar a luz. Mientras tanto, la partera barre el piso con hojas de pichana y se desinfecta las manos con agua de chukri yuyo. Fuma el tabaco y revisa la posición del guagua.

En el techo cuelga una soga natural para que la parturienta se sostenga. La carahuasca está lista para recibir al recién nacido; y el cordón umbilical se cortará con la cáscara de guadúa. El niño vendrá al mundo con una melodía alegre de flauta y recibirá una canasta o ashanga con todos los implementos que se le designen de acuerdo al sexo. Luego del parto, el padre se encargará de enterrar la placenta para proteger a la madre de los cólicos del posparto y para que el niño tenga buena dentadura.

Mientras tanto, la partera permanece junto a la madre durante un par de horas para seguir su recuperación. La mujer recién dada a luz debe acostarse con una almohada en la cabeza, buscando la posición en que se sienta más cómoda. El reposo recomendado por la partera es de ocho días, en los cuales la mujer no debe levantarse; sin embargo, las parteras mayores dicen que debe reposar un mes para que el cuerpo recupere las energías perdidas.
La bebida preparada con guayusa, palta panga y manduro panga servirá para el aseo personal durante el reposo, y el té medicinal preparado de chicta, payanshi cara, cruz caspi, amarun caspi, pinlla cara, aya cara y animi cara1 para que la mujer conserve la salud.

Mientras revisa a su paciente, la partera le advierte que durante los ocho días de descanso el esposo también debe ingerir la medicina y no debe dormir al lado de ella, porque todavía está sangrando y puede perder la habilidad de cazar animales. Durante este lapso, el esposo tampoco puede matar culebras. La mujer escucha con atención, pues todo lo que le dice la partera es muy importante para su recuperación.

Todo esto es parte de la medicina tradicional indígena que, según instituciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS), es “la suma de conocimientos, habilidades, y prácticas basadas en teorías, creencias y experiencias, originaria de distintas culturas, sea explicable o no, utilizada para el mantenimiento de la salud, así como en la prevención, diagnóstico, mejoramiento y tratamiento de enfermedades físicas y mentales”.

Cuidados del recién nacido

Apenas nace, la partera baña al niño con agua de verbena, condición panka u hojas mentoladas (hierba luisa, verbena, jengibre, maria panga, menta panga). Luego, le coloca las vacunas: un collar de tallo de wanto o la cera de miel de abejas negras, para prevenir enfermedades como el sarampión o la gripe.

Con la sangre del cordón umbilical, la partera o un familiar pinta las mejillas y los labios del recién nacido, para que tenga un color rosado y sea fuerte. Si es varón, una de las abuelas le sopla tabaco en la cabeza o le pone ají en los ojos para que se convierta en un hombre trabajador.

Lee el artículo completo en la edición No 28
de ECUADOR TERRA INCOGNITA

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