Huele a selva, a plátano verde, a guayusa
hervida. El fuego arde y una mujer del Alto
Napo está a punto de dar a luz. Mientras
tanto, la partera barre el piso con hojas
de pichana y se desinfecta las manos con agua
de chukri yuyo. Fuma el tabaco y revisa la
posición del guagua.
En el techo cuelga una soga natural para que
la parturienta se sostenga. La carahuasca
está lista para recibir al recién
nacido; y el cordón umbilical se cortará
con la cáscara de guadúa. El
niño vendrá al mundo con una
melodía alegre de flauta y recibirá
una canasta o ashanga con todos los implementos
que se le designen de acuerdo al sexo. Luego
del parto, el padre se encargará de
enterrar la placenta para proteger a la madre
de los cólicos del posparto y para
que el niño tenga buena dentadura.
Mientras tanto, la partera permanece junto
a la madre durante un par de horas para seguir
su recuperación. La mujer recién
dada a luz debe acostarse con una almohada
en la cabeza, buscando la posición
en que se sienta más cómoda.
El reposo recomendado por la partera es de
ocho días, en los cuales la mujer no
debe levantarse; sin embargo, las parteras
mayores dicen que debe reposar un mes para
que el cuerpo recupere las energías
perdidas.
La bebida preparada con guayusa, palta panga
y manduro panga servirá para el aseo
personal durante el reposo, y el té
medicinal preparado de chicta, payanshi cara,
cruz caspi, amarun caspi, pinlla cara, aya
cara y animi cara1 para que la mujer conserve
la salud.
Mientras revisa a su paciente, la partera
le advierte que durante los ocho días
de descanso el esposo también debe
ingerir la medicina y no debe dormir al lado
de ella, porque todavía está
sangrando y puede perder la habilidad de cazar
animales. Durante este lapso, el esposo tampoco
puede matar culebras. La mujer escucha con
atención, pues todo lo que le dice
la partera es muy importante para su recuperación.
Todo esto es parte de la medicina tradicional
indígena que, según instituciones
internacionales como la Organización
Mundial de la Salud (OMS), es “la suma
de conocimientos, habilidades, y prácticas
basadas en teorías, creencias y experiencias,
originaria de distintas culturas, sea explicable
o no, utilizada para el mantenimiento de la
salud, así como en la prevención,
diagnóstico, mejoramiento y tratamiento
de enfermedades físicas y mentales”.
Cuidados del recién nacido
Apenas
nace, la partera baña al niño
con agua de verbena, condición panka
u hojas mentoladas (hierba luisa, verbena,
jengibre, maria panga, menta panga). Luego,
le coloca las vacunas: un collar de tallo
de wanto o la cera de miel de abejas negras,
para prevenir enfermedades como el sarampión
o la gripe.
Con la sangre del cordón umbilical,
la partera o un familiar pinta las mejillas
y los labios del recién nacido, para
que tenga un color rosado y sea fuerte. Si
es varón, una de las abuelas le sopla
tabaco en la cabeza o le pone ají en
los ojos para que se convierta en un hombre
trabajador.
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el artículo completo en la edición
No 28
de ECUADOR TERRA
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