N° 28 Marzo - abril de 2004
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Texto Paola Barriga
Foto Diego Tirira

Plantas pioneras: las regeneradoras del bosque

Los moretes (Mauritia flexuosa) crecen en las zonas pantanosas del Parque Nacional Yasuní. Los pantanos, por sus condiciones físicas, tardan mucho más tiempo que las áreas de tierra firme, en regenerarse naturalmente.


Las estadísticas afirman que cada año alrededor de once millones de hectáreas de bosque tropical maduro se convierten en pastizales y sembríos.

Ecuador, el país con mayor diversidad biológica del mundo, reporta que entre 1981 y 1990 unas 238 000 ha de bosque primarios fueron taladas por año. Pese a que las cifras son escalofriantes, la naturaleza es generosa y, aunque lentamente, se autoregenera.

Los claros de bosque, o “heridas”, son provocados principalmente por la presencia destructiva del ser humano, pero también por causas naturales: vientos fuertes o rayos.

El proceso de restauración compete a ambos: naturaleza y humanos, y, pese a que lo destruido sigue siendo mucho más que lo restaurado, tanto el hombre como la naturaleza siguen en acción.
Los claros se caracterizan por tener una variación alta de temperatura durante el día, que disminuye la humedad en el suelo.
Cuando se forma un claro en el bosque, el suelo puede enriquecerse con la cantidad de materia orgánica que se descompone y, a su vez, ciertas zonas pueden quedar completamente descubiertas por la remoción de esa materia.

Las heridas pueden variar de acuerdo al tamaño, la edad y la posición en el bosque, lo que finalmente genera condiciones particulares en cada una de ellas.

Al parecer, los claros resultan poco hospitalarios para las plantas propias del bosque maduro. Por esta razón, únicamente las plantas conocidas como pioneras o colonizadoras pueden establecerse en estos sitios. Entre las más conocidas se encuentran las colcas, los álamos de río, las balsas, los peines de mono, los maticos de monte, los guarumos, entre otras.

Las plantas pioneras o colonizadoras son resistentes a la alta luminosidad de los hábitat de los claros de bosque y sus semillas germinan porque la luz filtrada es la adecuada para este proceso. Sus altas tasas fotosintéticas (proceso natural por el cual las plantas fijan el dióxido de carbono y forman el oxígeno) y de crecimiento les facilita un desarrollo veloz, en cortos períodos de tiempo.

Por lo tanto, generan condiciones como la sombra, que permite a las especies que conforman el bosque maduro reintegrarse a la zona del daño.

Pero también contribuyen con materia orgánica para el suelo, ya que sus hojas viejas y tallos caen, se descomponen y nutren el sustrato.

Las investigaciones revelan que algunas plantas se establecen con mayor facilidad o preferencia en ciertas zonas. Así, se conoce que algunas especies de guarumos se desarrollan preferentemente en zonas donde existe mayor cantidad de materia orgánica en descomposición. Por otro lado, en cuanto a las características de la luz, algunas especies como la uva de monte y los guarumos prefieren los sitios con menor iluminación, mientras que otras prefieren las zonas con más luz.

Afortunadamente, las plantas pioneras producen grandes cantidades de semillas. Por ejemplo, el guarumo produce aproximadamente 11 200 semillas por infrutescencia (frutos saliendo del mismo punto), y cada árbol puede producir alrededor de 80 frutos por período.

La ventaja adaptativa que tienen las pioneras -entre ellas los guarumos- al haber desarrollado gran cantidad de semillas es que son fácilmente dispersables, en su mayoría por animales como murciélagos y aves.

Lee el artículo completo en la edición No 28
de ECUADOR TERRA INCOGNITA

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