Los
Tagaeri
Por los lados de Gabarón y Cononaco vivían
muchos huaorani, cada grupo en un sitio diferente.
Mi papá Ahua vivía en
el Cononaco con Mengua, Megatue
y otros. Tenían muy buenas relaciones
con el grupo de Gabarón, pero
encuentros con los Tagaeri. Ahua y
Megatue asaltaron una casa tagaeri
para vengar una muerte de su grupo y recuperar
una muchacha que ellos robaron.
Mataron a lanzazos a un hombre y al menos a
dos mujeres. Por muchas semanas los Tagaeri
estuvieron preparando su venganza. Varias veces
vinieron como amigos para ver quiénes
estaban en las casas, hasta que una noche asaltaron
bien armados la casa donde se encontraban Ampure,
Mimanca, Araba y otros. Fueron
contra Ampure y le lancearon mortalmente.
Después de este asalto los Tagaeri se
alejaron más y más hasta perder
todo contacto”. Este relato de Penti,
será la tónica de las historias
y leyendas que sobre los Tagaeri se fueron tejiendo
en el tiempo. Esto, y las incógnitas
de cómo los Tagaeri podían sobrevivir
y reproducirse siendo apenas cincuenta personas
aisladas, contribuyeron a fortalecer al aurea
de misterio que envuelve a estos hombres.
La espectacularidad muchas veces resta importancia
a la realidad. Los Tagaeri no son más
que unas pocas familias que reconen una franja
de selva entre los ríos Shiripuno. Cononaco,
Tigüinoy Napo. Para ellos, nosotros somos
salvajes que no entendemos ni su idioma ni su
forma de pensar. piopiciamos su destrucción
y la de su entorno y causamos la muerte de su
líder Taga y de los otros miembros de
sus familias. El borde de su mundo mítico
es el río Cononaco; ahora, se desplazan
hacia estruido y la escasez de alimento.
Rapto
de Omatuki
El
grupo de Babe y el de Taga,
enfrentados por su historia étnica, no
han cesado de vigilarse. En 1993 Babe
realizó la incursión más
importante sobre territorio Tagaeri: entró
a su casa y raptó a Omatuki,
única tagaeri contactada.
A
través de esta jóven conocemos
un poco más de cerca el mundo tagaeri.
Ella relata la muerte de Alejandro e Inés
a manos de su pueblo, ocurrida cuando apenas
era una niña. Asegura que en los años
noventa han muerto por lo menos cinco guerreros
tagaeri en distintos encuentros.
También explica su temor hacia los helicópteros:
a partir de unas muertes en el río Tigüino
unos helicópteros verdes comenzaron a
sobrevolar su casa, dieron algunos giros sobre
la aldea e incluso les echaron algunas cosas.
Uno de esos días vieron venir al helicóptero
y los hombres del grupo dejaron sus casas y
se internaron en la selva. Ese día el
helicóptero en lugar de echarles regalos
les dispararon y murieron tres mujeres.
Babe, convencido finalmente por los
misioneros capuchinos, devolvió a la
joven Omatuki a su familia. Al momento
de entregar a la muchacha, el cuñado
de Babe se convertiría en la
última víctima de los Tagaeri.
Decreto
ejecutivo
Después
de más de dos décadas de resistencia
del pueblo Tagaeri se ha firmado el decreto
que declara como zona intangible el territorio
que ellos han recorrido ancestralmente. Este
decreto es el principio de un camino aún
más difícil de recorrer: visualizar
la región amazónica como una zona
viva y habitada desde hace milenios. Los controles
para que la intangibilidad sea respetada y la
asunción de las relaciones comunitarias
son el gran reto que hoy tiene el Estado en
la región.
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