Retar
al viento y al frío requiere de fortaleza,
tenacidad y a veces una suerte de capricho
por no dejarse vencer. Eso lo saben los míticos
hieleros que una vez por semana arrancan por
bloques el congelado cristal de la montaña,
lo saben los andinistas ávidos de emociones
fuertes y de ese dolor que una vez alcanzada
la meta se convierte en sensación de
ilimitado poder. El rigor de la lucha contra
la adversidad no es desconocido para las plantas
de raíces profundas y hojas resistentes,
algunas con felpudos vestidos, y para los
animales que han desarrollado múltiples
estrategias para adaptarse a las duras condiciones
del páramo: el ecosistema predominante
en la Reserva de Producción Faunística
Chimborazo.
Esta área protegida se estableció
en 1987, con una extensión de 58 560
ha, en el territorio de las provincias de
Bolívar, Chimborazo y Tungurahua. Los
objetivos de su declaratoria son apoyar el
desarrollo de las 38 comunidades de campesinos
que habitan en su interior, además
de ensayar la reintroducción de camélidos
como la llama (Lama glama), la vicuña
(Vicugna vicugna) y la alpaca (Lama
pacos), que en otras épocas poblaron
nuestros Andes. También se contempló
la necesidad de proteger el páramo
chimboracense (cuyas características
lo hacen único en el país) y
apoyar la investigación científica.
Pero el centro de atención de la reserva
es, sin duda, el majestuoso volcán
Chimborazo, cuyas nevadas cumbres aún
sobrecogen a los amantes de las maravillas
naturales, aunque el calentamiento global
le haya robado parte de su blanco manto.
En la ruta de los Hieleros
Los famosos frescos del mercado de La Merced
de Riobamba atraen a sus clientes, además
de la necesidad de combatir el calor del mediodía,
por la posibilidad de probar un trocito de
tradición e historia, pues el hielo
con que se los enfría proviene de las
inmensas minas que cubren las cumbres del
volcán Chimborazo, inactivo desde hace
miles de años. Quien quiera atestiguar
la penosa labor de los hieleros, que ahora
suben a la montaña todos los jueves,
ya no necesitan caminar jornadas enteras como
se hacía antes, pues se puede llegar
en bus por la antigua Panamericana hasta la
población de Cuatro Esquinas, desde
donde parte la Razu Surcuna, nombre quichua
para la Ruta de los heleros, que se extiende
a lo largo de 9 km.
Si se dispone de un vehículo a doble
tracción, incluso se puede llegar hasta
los 4 400 msnm, y ascender los 400 metros
restantes para llegar a las capas más
bajas de hielo fosilizado. El esfuerzo es
moderado, pero requiere de una aclimatación
previa para evitar el efecto del soroche,
o enfermedad de las alturas.
Durante el trayecto se pasa junto a dos pequeños
refugios de adobe y techo de paja, donde los
caminantes pueden recuperar fuerzas y gozar
del paisaje. Estos refugios están situados
a 4 100 y 4 260 msnm, respectivamente. Se
presume que la capa de hielo que está
bajo una costra de tierra y la nieve superficial
del Chimborazo fue formada hace miles de años,
por lo que el estudio de los minúsculos
fragmentos encerrados en su interior pueden
contar interesantes sucesos del pasado, como
la historia de las erupciones del volcán
o la radiación que llegó al
país después del estallido de
las bombas atómicas en Hiroshima, durante
la Segunda Guerra Mundial.
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el artículo completo en la edición
No 34 de ECUADOR
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