El
poeta ecuatoriano Alfredo Gangotena (1904-1944)
sigue siendo, más que uno de nuestros
más destacados creadores, un mito en
las letras del país.
Gangotena vivió en París, junto
a su familia, desde 1920, época de
auge de las vanguardias artísticas.
Los siete años de residencia en esta
ciudad fueron determinantes en su escritura
y en su configuración como poeta. En
París, sus amigos fueron nada menos
que los escritores Max Jacob, Jean Cocteau,
Jules Supervielle y Henri Michaux, quienes
reconocieron el indudable valor de su obra
poética.
A partir de 1923, con apenas diecinueve años
de edad, Gangotena comenzó a publicar
sus poemas escritos en francés en las
más prestigiosas revistas literarias
de ese país. Tras la aparición
de estos poemas, y a propósito de su
dominio de la otra lengua, Max Jacob le diría:
“Usted ha tenido los dones del Espíritu
Santo. Hace poco tiempo no sabía nada
del francés y ahora ya quisieran muchos
escritores de fama tener un uso tan maravilloso
como el suyo”. Con este antecedente
queda claro que Gangotena no solamente forma
parte del grupo de poetas latinoamericanos
que escribieron en francés, sino que,
a diferencia de Jorge Carrera Andrade y César
Vallejo, se apropió de la otra lengua
y se convirtió en un poeta bilingüe.
Entender esta afirmación supone reconocer
también el valor de su poesía
en español, por demás extraordinaria.
Uno de los mitos que se han creado alrededor
de Gangotena es que fue un poeta que sólo
escribió en francés, y por ello
muchos de sus compatriotas se han negado a
acercarse a su poesía, justificándose
en su desconocimiento de la otra lengua. Por
ello, es necesario devolverle al poeta su
voz en español y entender que escribió
simultáneamente en las dos lenguas,
aunque hubo momentos en los que la una cobraba
mayor protagonismo que la otra: el francés,
entre 1923 y 1928, y el español, entre
1938 y 1944. Para Virginia Pérez, quien
se ha dedicado desde hace más de doce
años a leer y reflexionar alrededor
de la poesía de Gangotena, los escritos,
los documentos dejados por el poeta, y los
fragmentos y anotaciones repartidos en varias
hojas, revelan “la coexistencia simultánea
de ambas lenguas en su mente”.
Prueba de ello es que mientras vivía
en París, envió poemas escritos
en español a revistas latinoamericanas.
Su libro Absence fue escrito en francés
ya de regreso a Quito, y contiene dos poemas
escritos en español. Nuit, libro escrito
también en francés, fue enviado
desde Ecuador en 1938. Por otro lado, sus
llamados poemas varios, incluidos en la edición
de 1956, y luego en la reedición de
2004, publicada por la Casa de la Cultura,
están escritos en español y
forman parte de sus más destacadas
creaciones.
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No 35 de ECUADOR
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