Una
de las fiestas más antiguas y conocidas
de Latacunga tiene tres nombres: La Santísima
Tragedia, la Fiesta de la Capitanía
y la Mama Negra. Tres denominaciones que se
relacionan con diferentes explicaciones del
porqué de esta celebración y
de cada uno de los elementos que en ella se
conjugan. Uno de los posibles orígenes
de esta fiesta se encuentra en la historia
de España, en el siglo XV (1491), cuando
finalizaron las batallas entre los cristianos
y los moros (musulmanes) que buscaban defender
su ya larga permanencia en el poder de gran
parte del territorio ibérico. Los moros
derrotados volvieron al África con
la desazón de una libertad y expansión
no conseguidas; éstos, agradecidos
con los hermanos mercedarios que, aun siendo
del pueblo contrario, se preocuparon por su
bienestar, crearon una fiesta en la que los
negros rinden homenaje a la Virgen de las
Mercedes, patrona de esa congregación.
Más tarde, durante la Colonia, los
hispanos trajeron consigo aquella fiesta,
que luego se complementaría con elementos
culturales propios de la América aborigen.
Otra versión dice que la fiesta de
la Mama Negra nació en Sigchos, cantón
de la provincia de Cotopaxi, en donde habitaba
una gran comunidad de esclavos negros traídos
durante la Colonia para que trabajaran en
las minas de plata del sector. Esa comunidad
obtuvo su libertad en el siglo XIX, y consideró
que el hecho se había producido gracias
a la intercesión de la Virgen de las
Mercedes; por eso los negros libres instituyeron
un homenaje en su honor.
En efecto, todas las versiones tienen un elemento
en común: la fiesta es un homenaje
a la Virgen de las Mercedes. Y no es la excepción
aquella que ubica el nacimiento de la celebración
de la Mama Negra a mediados del siglo XVII,
época en la que el volcán Cotopaxi
y demás desastres naturales amenazaban
la vida de los habitantes de San Vicente Mártir
de Latacunga y sus alrededores.
La erupción de 1855 fue de tal magnitud
que, para librarse de sus efectos, los moradores
tuvieron que subir al cerro El Calvario, ubicado
dentro de la misma ciudad. Aferrados a la
imagen de la Virgen de las Mercedes, los parroquianos
suplicaban la calma del coloso: la destrucción
cesó y el pueblo latacungueño
interpretó el fenómeno como
resultado de la fe de quienes padecían;
muchos dijeron haber visto a la Virgen elevar
su brazo derecho para detener a las fuerzas
de la naturaleza.
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No 37 de ECUADOR
TERRA INCOGNITA |
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