En
mis tiempos de estudiante en la Facultad de
Biología de la Católica, oía
hablar mucho sobre el profesor Gustavo Orcés;
supe que por su trabajo era considerado el padre
de la Zoología en el Ecuador. Algunos
profesores míos habían sido sus
pupilos y varios nombres científicos
de animales fueron puestos en honor a él.
Siempre se lo mencionaba con respeto y admiración.
Rumores mal informados me hicieron pensar que
el profesor había fallecido hacía
algunos años. Sin embargo, recién
el domingo 21 de marzo de este año, falleció
por primera y definitiva vez. Sin entender bien
por qué, la noticia me afectó
mucho. Inmediatamente me interesé por
saber más sobre el hombre cuyo trabajo
admiré. Fue una experiencia profunda
llegar al Hogar de Ancianos “San Rafael”,
donde el profesor vivió sus últimos
siete años y murió. Después
de haber vivido siempre en hostales y pensiones,
debe haberle resultado difícil acostumbrarse
a las reglas y horarios de esta institución.
Desde el momento de su ingreso hizo conocer
su gran fortaleza de carácter. A todo
ofrecimiento de ayuda, su respuesta fue un “no,
muchas gracias, muy gentil”. Ante la posibilidad
de un abrazo o un beso, su presencia se hacía
más rígida y distante. Sus comidas
preferidas eran el locro de papas, papas con
pescado, pescado frito, cocido o sudado, papas
con queso, papas fritas o simplemente papas
con papas; exigía que se las sirvieran
frías. Luego de las comidas realizaba
una pequeña y regular siesta. Por la
noche, no faltaban las galletas de animalitos
u otras parecidas. Todos los días caminaba
“cinco leguas”, como solía
decir, y era común el verlo con su largo
abrigo al que siempre llamó, e hizo llamar,
con el apropiado nombre de “paletó”.
¿Cuándo has visto que un mono
se bañe? El hombre desciende del mono
y los monos no se bañan’. Después
de arduos debates de esta clase, llegó
a un acuerdo con las enfermeras de que tenían
que pasar algunos días entre baño
y baño. Al terminar estos baños
solía decir “me quedo iritingo”
(iritingo es un término popular en desuso,
que más o menos significa descompuesto,
entumido).
Entre los pocos que lo visitaban seguido estaba
Judith de Bustamante, su eterna proveedora de
galletas. Esposa del hijo de un primo (¿curioso,
no?), fue quien aproximadamente hace doce años
se constituyó en su apoderada legal.
A los 90 años, ya jubilado, iba dos y
tres veces por semana al Museo de Ciencias Naturales
de la Politécnica, del que fue fundador
y principal benefactor y donde siempre fue bien
recibido por sus discípulos y amigos.
Gustavo Orcés fue quiteño, nacido
el 25 de julio de 1902. Perteneció a
una familia aristocrática en apogeo durante
la primera mitad del siglo. Quedó huérfano
de madre a los siete años, por lo que
se crió con su abuela, Dolores Chiriboga,
que vivía en la calle García Moreno.
Doña Dolores pasaba malos ratos cuando
Gustavo introducía animales en la casa,
lo que hacía con frecuencia.
Hizo la primaria en el “Borja no. 1”
y la secundaria en el “San Gabriel”.
En los registros de este colegio se puede ver
que nunca fue un alumno destacado durante el
bachillerato, y nunca sobresalió en las
materias de historia natural.
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el artículo completo en la edición
No 4
de ECUADOR TERRA
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