N° 41 Mayo - junio 2006
SECCIONES

inicio
archivo
suscripción
quiénes somos
índice
segmentos fijos


ÚLTIMO NÚMERO

contenido


CLUB DE
SUSCRIPTORES


suscripción
museos socios
tarjeta del club

CONTACTO

 

 

Texto Camari Maldonado
Foto Iván Kashinsky

Tena ¿ciudad quichua?

La entrada de una discoteca muy popular de Tena llamada Choza Caleña. A este lugar asisten muchos jóvenes quichuas cada din de semana a divertirse con música internacional.

Se puede afirmar que Tena es una ciudad quichua?, le pregunté a uno de mis amigos nativos que vive en Paushiyaku, un sector que fue poblado antes de la fundación de Tena en el siglo XVI, y que hoy es uno de sus populosos barrios. La respuesta tardó en llegar, y más bien empezamos a conversar sobre esta ciudad y el vertiginoso cambio social y cultural que experimenta a diario.

La forma más tradicional de diferenciación social y de construcción de identidades en la ciudad de Tena se da entre colonos —principalmente mestizos provenientes de las provincias de toda la Sierra— y nativos: el pueblo Quichua de Napo, heredero de ancestrales culturas amazónicas (Quijos, Encabellados, Omaguas y Huitotos) y también de algunas etnias de la Sierra norte, concretamente de las que habitaron en los territorios que hoy pertenecen a las provincias de Pichincha e Imbabura, que habrían migrado hasta las estribaciones amazónicas desde antes de la conquista española. Sin embargo, en los últimos años se ha ido consolidando una forma de diferenciación de la población nativa; ahora en Tena se habla de nativos rurales y de nativos urbanos.

Los nativos rurales son los quichuas que de alguna manera guardan su forma de vida tradicional; viven en comunidades enclavadas en la selva amazónica, trabajan en sus chacras, cazan y recolectan frutos selváticos. Esta clase de nativos eventualmente entran a Tena para comercializar algunos productos y a veces también van a otras ciudades de Ecuador en busca de trabajo; eso sí, por lapsos muy cortos. Los nativos urbanos, en cambio, son una nueva generación de quichuas que han surgido con el crecimiento de la ciudad, accediendo a educación formal y servicios básicos. La mayoría de ellos forman parte de la burocracia local (empleados de gobiernos seccionales y del magisterio público). Las familias de nativos urbanos, no obstante, mantienen algunos aspectos de las formas de vida tradicionales; los familiares se siguen reuniendo a socializar en torno a un fogón; el quichua sigue siendo el idioma hogareño, sobre todo en la relación madre- hijo; la dieta básica aún es la yuca y el plátano, así como la chicha (de chonta o yuca); y la mayoría de estas familias mantiene una finca para la provisión de alimentos básicos.

De alguna manera, estas características culturales conviven con el ruido de la ciudad y sus nuevos patrones expresados en la forma de vestir, en la música que se transmite en las emisoras radiales, en el abundante comercio de artículos importados y en la costumbre de divertirse en bares y discotecas. Otra de las características culturales que comparten los nativos urbanos con los nativos rurales es la práctica y aceptación del shamanismo. Los enfermos acuden al shamán para que, con sus poderes sobrenaturales y conocimiento de plantas medicinales, sane su cuerpo y su alma. Eso sí, cuando los dolientes no encuentran cura con la práctica shamánica, se apoyan en la medicina occidental.


inicio - archivo - suscripción

CONTENIDO REVISTA 41