N° 54 julio -agosto 2008
 
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MINERÍA EN TERRITORIO SHUAR

...el nuevo conflicto del Cóndor

 

por Santiago Kingman *

 

Un pueblo originario no pide que ocupen su territorio; lo que viene de fuera se integra a su vida, transformándola. Los shuar no solicitaron ser parte de la corona española, y fueron introducidos en la geografía del Ecuador sin siquiera saberlo. Desde el otro lado, desde el de los ocupantes, parece de sentido común: ellos son parte del Estado nacional y deben someterse a las reglas de todos. Desde las ciudades, la situación es más o menos clara: se requiere el dinero de la minería para salvar al país, y alguien tiene que ser sacrificado: una cordillera distante, una cultura arcaica. Si los shuar no aceptan estas lógicas que emanan a cuatrocientos kilómetros de distancia se convierten en “rebeldes”, “violentos”, “retrógrados”. Para los shuar, entonces, surge el dilema de cómo proteger su casa y a la par cumplir con las decisiones que les vienen desde los centros de poder.

Parte del territorio shuar –de su casa– está constituido por la cordillera del Cóndor (ver mapa). Los shuar la pueden llamar suya porque están allí desde antes de que exista el Ecuador, y porque si hoy la decimos ecuatoriana es porque hombres shuar murieron defendiéndola en la guerra del Cenepa. Como vemos, no es nuevo esto de sacrificarlos por la Patria.

Las más de 1,1 millones de hectáreas de la cordillera del Cóndor se extienden por 150 kilómetros en Ecuador y Perú. Allí se desarrolla uno de los ecosistemas más diversos de la Tierra y con altísimas tasas de endemismo –organismos que no crecen en ningún otro lugar del planeta. En el caso de las 200 mil hectáreas al norte de la cordillera, habitadas por 10 mil shuar, y de las 300 mil hectáreas en el extremo sur, en la cuenca del río Nangaritza, el bosque primario está intacto en un 90%. No es por coincidencia. No se trata de tierras vírgenes o baldías; más bien, este bosque es el resultado de la interacción con una cultura que ha sabido convivir con él por más de 2 mil años. Esto no quiere decir que los shuar son nobles salvajes, por esencia ecologistas, y su cultura inmutablemente sustentable. Al contrario, esta convivencia se la construye con prácticas y decisiones cotidianas como por ejemplo, la reciente y visionaria declaratoria de 160 mil hectáreas como Área Protegida Shuar por parte de las comunidades. Además, dentro del territorio shuar están las zonas de amortiguamiento del Parque de la Paz y de la Reserva Biológica El Quimi, establecidas por el Estado.

Las políticas de desarrollo minero no toman en cuenta estas peculiaridades de la zona, ni las decisiones de las comunidades y del Estado. En realidad, no toman en cuenta ninguna actividad que se realice sobre el recurso que ansían. En los escritorios de ministerios y empresas en Quito y el extranjero, se parceló un mapa del Ecuador y se lo sobrepuso al territorio ecuatoriano. Así, bosques, lagunas, comunidades o zonas de cultivo quedaron “concesionadas” sin que sus usufructuarios tradicionales lo sepan u opinen. En la cordillera del Cóndor, más de 200 mil hectáreas han sido concesionadas de este modo a empresas mineras, la mayor parte a David Lowell, Aurelian y Ecuacorriente.

Lideradas por BHP Billinton, una de las grandes mineras del mundo, las empresas intensificaron la exploración a fines del siglo pasado. El principal y más famoso explorador de cobre, David Lowell, trabajó sin descanso hasta ubicar un gigantesco yacimiento que ocupa casi toda la cordillera del Cóndor. Durante la exploración, en el mundo shuar surgió el temor y la inquietud. Los exploradores asentaron su campamento en la comunidad de Warints, y firmaron un convenio de entrega anual de dinero. Las familias se dividieron y pelearon. Las comunidades del entorno se opusieron a la presencia minera, pero todavía no se perfilaba una oposición masiva y organizada.

Ecuacorriente concentró su exploración en Zamora, en las concesiones del denominado Cóndor Mirador, y entró en la fase de desarrollo. En esta zona sur la empresa inició las llamadas “relaciones comunitarias” con pequeños centros shuar dispersos entre Gualaquiza y Yanzatza; compró tierras a los colonos de la zona y en general no tuvo oposición radical. Otras empresas más pequeñas y más audaces que las anteriores, y que según el mapa minero no tienen concesiones sino solicitudes en trámite, han ingresado a extraer oro en la cuenca del río Santiago, sin que el Ministerio de Minas siquiera lo sepa.

A partir de 2006, la oposición a las concesiones mineras e hidroeléctricas en el sur del país cristalizó en un movimiento de campesinos y líderes del MPD y Acción Ecológica. Al mismo tiempo, 45 comunidades en cuyo territorio está el 90% de la cordillera del Cóndor en Morona Santiago, se agruparon en el Consejo de Gobierno del Pueblo Shuar Arutam, que, a su vez, es parte de la Federación Interprovincial de Centros Shuar (FICSH), con unos 100 mil miembros en alrededor de quinientas comunidades. La asamblea de la FICSH ha emitido mandatos en oposición a la minería en reiteradas ocasiones.

En 2007, confluyeron estos dos movimientos en una toma de campamentos de las empresas mineras. Mientras en los alrededores de Macas se apaciguaron las protestas, en el sur se radicalizaron, y los shuar se tomaron los campamentos mineros Warints, de David Lowell; Rosa de Oro, en Nankints y, fuera de su territorio, el mencionado Cóndor Mirador de Ecuacorriente.

Frente a estas tomas, un grupo de shuar liderados por la familia Naichap y por un dirigente shuar que ha cambiado radicalmente su modo de vida, y que era parte de viejos intentos de dividir la FICSH, inició el apoyo a la minería con un buen soporte financiero y comunicacional, pero con pocas comunidades reales bajo su liderazgo. En este contexto, un grupo de shuar con capuchas y armas intentó oponerse a los que se tomaron los campamentos, con saldo de golpeados y heridos.

Mientras tanto, más al norte, un grupo de colonos se tomó una planta de transmisión de energía que ellos señalaban como el enlace entre Hidroabanico –una pequeña central hidroeléctrica vinculada con Pablo Terán, el ex Ministro de Energía que promovió las concesiones– y las empresas mineras. Personeros de Hidroabanico niegan que la central haya sido pensada para las mineras, y han hecho una aclaración juramentada y notariada de que no les venderán energía. Como resultado de la toma, empleados de la planta de transmisión y policías acabaron en el hospital, y los dirigentes de la toma fueron acusados de terrorismo.

Toda esta historia, necesariamente simplificada y resumida aquí, es atravesada por un mundo subterráneo de conflictos entre hermanos, parientes y centros shuar. Iguales conflictos hay en los municipios entre mestizos, habiéndose incluso producido batallas callejeras en la ciudad de Limón. Cuando el presidente Correa respalda la posición pro-minería, cambia el equilibro de fuerzas en la región, como también lo hace la diferente capacidad financiera de los dos bandos. Los que defienden la minería, con una intensa campaña en medios, dinero para movilizarse y ofrecer, se acercan de modo regular a las comunidades con trofeos, becas, médicos y bolsas de caramelos (así, literalmente).

El Mandato Minero de abril de 2008 abrió un compás de espera hasta que esté lista la nueva ley minera. Entretanto, la decisión de que no entre la minería ha ido creciendo en la mayoría de las comunidades del Pueblo Shuar Arutam de la cordillera del Cóndor. Al mismo tiempo, individuos, comunidades o dirigentes aislados han aceptado los beneficios de las empresas, produciéndose conflicto y división.

¿Es posible una solución? Si la decisión del gobierno es minería indiscriminada, entonces no hay salida. Si los shuar, que son los afectados directamente, dicen no a todo, entonces tampoco hay salida.

Frente a esta disyuntiva, el acuerdo podría partir del Mandato Minero. Dentro del territorio Shuar dos empresas tenían concesiones: Ecuacorriente y David Lowell. Se pueden eliminar las concesiones que están dentro del territorio Shuar por varias causales que el Mandato estipula, y el gobierno puede proponer que del río Zamora hacia el oriente la minería quede completamente vedada.

Según el Mandato, no podrá haber minería en zonas de amortiguamiento de áreas protegidas, por lo que el Parque de la Paz y la Reserva Biológica El Quimi que se superponen con el territorio Shuar quedarían libres de minería. Por otro lado, David Lowell, que tiene 20 mil hectáreas concesionadas en el corazón del territorio Shuar, no ha realizado inversiones después de la exploración, por lo que su concesión caduca. Es mejor que reciba una compensación por la exploración y se vaya, que lidiar con un conflicto ingobernable y potencialmente violento. En la cordillera del Cóndor, después de ocho años de exploración, la actividad minera podría ya focalizarse, reduciendo al máximo la extensión de sus impactos. Ecuacorriente, por ejemplo, tiene diez concesiones de alrededor de 50 mil hectáreas. Pero el Mandato dispone que nadie podrá tener más de tres concesiones, por lo que la empresa debe proponer sus zonas prioritarias de operación y dejar el resto intocado. El Consejo de Gobierno del Pueblo Shuar Arutam podría aceptar que la actividad se realice en el margen occidental del Zamora (aunque unas pocas comunidades shuar de todas maneras serían afectadas), pero que al oriente de este río el territorio sea libre de minería. De todas formas, con los precios actuales, en Cóndor Mirador, fuera del territorio del Pueblo Shuar Arutam, Ecuacorriente tiene ganancias aseguradas para mucho tiempo. De modo similar, Aurelian Resources tiene que cumplir con el Mandato y definir qué fracción de las 100 mil hectáreas que tiene concesionadas utilizará, y ceñirse a ella.

Por la pérdida de espacios y comunidades al occidente del Zamora, el gobierno puede crear un fideicomiso de compensación para esas mil familias shuar. Aquí también se reconocería la conservación de 160 mil hectáreas de bosque. Este dinero, bajo administración del Consejo de Gobierno Shuar, podría ser invertido de manera planificada y ordenada. Este esquema evitaría que los shuar pierdan su autonomía y se conviertan en una carga para el estado o entren a su juego clientelar.

Si el gobierno no intenta minar todo, lo más rápido posible, podría controlarse el impacto y la ingobernabilidad que se está    creando, y se evitarían procesos clientelares perversos como los que ya ocurren en los cantones Pangui y Yanzatza. Es bueno para el gobierno y el país mostrar que en la cordillera del Cóndor se han cumplido tres objetivos nacionales: aprovechar los recursos de la minería para invertirlos en desarrollo humano en todo el Ecuador; proteger 200 mil hectá-reas de un ecosistema único y valioso del territorio shuar; y respetar el carácter multiétnico y pluricultural del Estado permitiendo el desarrollo autónomo de la cultura shuar

 

* Santiago Kingman es sociólogo y constructor de zonas de conservación en territorios indígenas. Desde 2001 trabaja con los shuar. skingman@fnatura.org.ec

 

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