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Por René Fonseca
Foto René Fonseca

En un abrir y cerrar de ojos

Foto ganadora del concurso fotográfico "Una Visión joven del Centro Histórico" organizado por la Empresa del Centro Histórico y la Fundación Pie Candela.

Constantemente nos comunicamos mediante imágenes. La cantidad de información que se puede intercambiar y analizar de esta manera es enorme. Se puede captar visual- mente una breve mirada, un saludo, contemplar un paisaje, hasta observar las actitudes de las personas presentes en una plaza o un estadio. Así mismo, también enviamos información mediante gestos, expresiones, movimientos, actitudes, etc. Todo esto hace del “lenguaje visual” una forma muy común de comunicación, en la cual los ojos son el medio principal. Lastimosamente, el estilo de vida que muchos llevamos ha hecho que las imágenes, como medio para transmitir información, pierdan valor e importancia. En medios como la prensa escrita, la TV, el cine o la Internet se transmiten íconos de todo tipo: luchadores de caricatura que destrozan a sus rivales, fotos de cadáveres despedazados en accidentes, sexo virtual en la pantalla del computador, políticos bailando en tarimas. Si bien la tecnología, que permite transmitir imágenes, debería ayudar a “culturizamos” visualmente, por el contrario, envía información que, en su mayoría, es molesta e incluso denigrante. Y muchos no notan la diferencia. En términos de lenguaje visual, posiblemente aún somos analfabetos.

Un ejemplo de este fenómeno puede verse en la ciudad de Quito. Recordemos el majestuoso hongo volcánico visto por toda la población el 7 de octubre pasado. Un espectáculo hermoso, sin duda. Hoy podemos encontrar esta imagen en cada rincón de la ciudad, en afiches y llaveros. También se han incluído en la vida cotidiana quiteña fotos del amenazante volcán Tungurahua sobre la antes concurrida ciudad de Baños. Sin querer desmerecer con lo anterior la importancia histórica de estos eventos, que quedarán marcados en nuestras mentes y posiblemente se conviertan en símbolos de un milenio que terminó, cabe hacer la pregunta: ¿es la explosión del Guagua Pichincha la imagen de mayor relevancia en nuestra capital? ¿Acaso no están siendo desplazadas y olvidadas otras imágenes típicas de la ciudad de Quito? ¿Qué pasaría si olvidamos por un instante los afiches de la erupción del Guagua Pichincha y del Tungurahua y salimos en busca de imágenes que nos transporten a otro nivel de comunicación?

Para realizar esta búsqueda, es necesario usar muy bien los ojos. Ellos captarán por nosotros todo lo que el mundo ofrece, siendo nuestra labor el discernir qué imágenes ayudarán a nuestro aprendizaje visual. Entendiendo esto podemos empezar un recorrido para adiestrar estos importantes receptores de información.

Trasladémonos un momento a una de las plazas más populares de la ciudad de Quito: La Plaza Grande. Allí seremos testigos de una escena singular: jubilados reunidos para intercambiar anécdotas, lustrabotas y mendigos en busca del pan diario, fotógrafos que anhelan encontrar la foto deseada o tratan de ganar unos cuantos sucres sacando instantáneas al público, grupos de fanáticos religiosos en intento de dejar un mensaje a los que, para ellos, somos “pecadores”, carameleros, vendedores ambulantes, guardias, teatreros de la calle, familias de paseo, jóvenes, niños, gente en busca de un espacio y un tiempo. En fin, las imágenes “hablan” por sí solas. Por un momento, centremos nuestra mirada en alguna de ellas.

Al ser el ojo el principal protagonista de esta búsqueda de imágenes, trata de encontrar algo peculiar y dirige su atención hacia unos ancianos reunidos en una banca. Sus rostros revelan un largo trajinar y, en algunos casos, cansancio y dolor. En ellos se ve resistencia al tiempo, intentan que regrese el pasado mediante relatos que van acompañados de ademanes y risas. Inmediatamente, con Biblia en mano, creyentes de una religión desconocida se acercan a este grupo que debate con fuerza. Se puede observar desde lejos cómo, con insistencia, hablan de su doctrina y de su verdad a los viejos de la plaza. No es necesario ofr nada, los gestos lo dicen todo. Inmediatamente, un personaje se levanta de su banca y grita con fuerza contra los fieles, que retroceden con temor, provocando las risas de todos los observadores.

Lee el artículo completo en la edición No 7
de ECUADOR TERRA INCOGNITA

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