Cuando
llegamos a la Reserva, nuestra mayor expectativa
era observar de cerca al tímido Antisana,
casi siempre oculto tras densas nubes que suben
desde la Amazonía. Ese día tuvimos
suerte y poco a poco la niebla empezó
a disiparse, dejándonos ver por completo
esta misteriosa montaña. Empezamos a
recorrer los páramos que rodean este
volcán activo de 5.785 m, las zonas pantanosas,
donde solamente las almohadillas (formaciones
vegetales bien compactas) nos permitían
seguir nuestro camino con los pies secos, y
uno que otro remanente de bosque donde encontramos
solitarios árboles de Pumamaqui, Quishuar
y Pantza.
Todos quedamos asombrados al enterarnos que
la Reserva Ecológica Antisana, ubicada
a 60 Km al sureste de Quito, en la provincia
del Napo, además de incluir valiosos
recursos hídricos, paisajísticos
y biológicos, funciona como cordón
umbilical entre la Reserva Ecológica
Cayambe-Coca y el Par- que Nacional Sumaco-Napo-Galeras,
formando parte de una de las diez zonas de mayor
biodiversidad en el mundo.
Durante nuestro recorrido comprobamos como la
actividad volcánica del Antisana permanece
grabada en la geografía del lugar (tanto
dentro de la Reserva como en las zonas aledañas)
en varios flujos de lava y algunos brotes de
aguas termales como las de Papallacta y valle
del Tambo que, según sus visitantes,
tienen milagrosos poderes curativos. El principal
flujo de lava es el del Antisanilla, que no
logró escapar por el cráter del
volcán sino que emergió abruptamente
de la tierra y, al enfriarse, formó figuras
negras amorfas y dio origen a la Laguna de Secas,
formada por el represamiento del río
Chacauco. No así las lagunas de Micacocha
y Luciacocha, que son de origen glaciar.
Hace 60 años, en estas lagunas se crían
las apetitosas truchas, especie originaria de
Norteamérica y uno de los atractivos
de la Reserva, especialmente para los que gustan
de la pesca deportiva. Esta especie introducida,
a pesar de ofrecer algunos beneficios al hombre,
es un depredador voraz que ha ocasionado severos
daños en la fauna nativa de las lagunas,
especialmente en invertebrados acuáticos
y algunas especies de anfibios.
Varios viajeros cuentan que hasta hace poco
solo se podía llegar a pie a Micacocha
atravesando pantanos y lomas, soportando duros
temporales y cargando más de una pertenencia.
En algunas ocasiones llevaban animales de carga
para facilitar la travesía, que muchas
veces duraba varios días. Soportar estas
penurias bien lo valía, con tal de contemplar
la sobria belleza de la laguna y sus alrededores,
asegura más de uno. Ahora el acceso es
muy fácil por un camino asfaltado. construido
por la Empresa Municipal de Agua Potable y Alcantarillado
de Quito (EMAAP-Q) como parte del proyecto La
Mica-Quito Sur, planificado para abastecer de
agua potable a 600.000 habitantes de los barrios
del sur de Quito.
Lee
el artículo completo en la edición
No 7
de ECUADOR TERRA
INCOGNITA |
|