Septiembre de 2002
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Por Diego Tirira
Mapa Pablo Molina

Ecuador en bicicleta I
continuación (3 de 6)

Desde Quito hasta Puerto López, la ruta de la primera etapa de "Ecuador en bicicleta".

Tan solo empecé a exponer mi situación, cuando sin dejarme terminar mi primera oración, me abrió la puerta y me llevó directamente a un salón de clases, diciéndome que aquí podría acomodarme tranquilamente. Yo pensaba que estaba confundido, pues aún no le había mencionado que buscaba una posada para esa noche, así que trataba inútilmente de explicar. En el momento de la cena, don Segundo me dijo que estaba muy contento con mi visita, que siempre había querido recibir a un aventurero, pero nunca se le había ofrecido la oportunidad.

Domingo 11 de febrero. Mi viaje continuó hacia el cálido valle del Chota, un pequeño pedazo de África en la Sierra norte del Ecuador. Luego de atravesar numerosas plantaciones de caña de azúcar, mi mapa indicaba la existencia de un pueblo llamado Ambuquí, donde decidí pasar la noche. Mi sorpresa fue grande cuando al llegar observé que estaba habitado por gente mestiza y no con raíces africanas, como es la característica de la zona. Me sorprendió todavía más cuando me enteré que Ambuquí es conocido como la “capital mundial del ovito”, una fruta similar a la ciruela, que se cultiva en abundancia en este lugar. Y como para que no quede duda, la primera casa que escogí al azar para solicitar albergue era de una familia de productores de ovitos. Es más, me ofrecieron posada con la condición de ayudarles a preparar un cargamento de 50 cajas de ovitos que tenían que viajar a Colombia al día siguiente. Así que puse manos a la obra.
Lunes 12 de febrero. Al dejar Ambuquí me adentré por un camino vecinal que ingresa en la provincia del Carchi por unos pocos kilómetros, donde fui “devorado” en cuestión de minutos por cientos de pequeños mosquitos.

Fueron instantes verdaderamente desesperantes, pues mientras los ahuyentaba de una de mis piernas, en la otra me atacaban grupos de 20 a 30, que marcaron en mi piel las señales de su paso, picaduras que imagino tomarán algunos días en desaparecer. Desde este punto empezó mi descenso hacía la provincia de Esmeraldas. Los primeros pinchazos también se hicieron presentes en este día, y como fueron ambas llantas al mismo tiempo, esto me obligó a buscar posada poco antes de lo pensado. Ahora será en el recinto Cuajara, habitado por gente morena.

Sábado 17 de febrero. Llegué a Borbón antes del mediodía con la intención de encontrar una canoa que me lleve por el río Santiago hasta Playa de Oro, pero no tuve suerte, hoy no saldrá ninguna embarcación y tampocb era seguro que salga mañana. Como no tenía el menor interés de pasar la noche en este descuidado e intimidante pueblo, me encontraba meditando si continuaba mi viaje. De pronto una voz a mis espaldas preguntó: “E ónde e que uté viene?”. De Quito, le respondí. “iDe Quito! ¡Que va, pue! ¿Y así en eta bicicleta e que uté vino?”. Pues sí, salí hace 10 días. “Eso sí que a de ser duro, pue”. Se trataba de un hombre negro de edad avanzada, calvo y con el vientre algo abultado. Así empezamos un ameno diálogo, en el cual yo respondía a todas las curiosas preguntas de mi inesperado interlocutor. Luego de varios minutos, me percaté de que su camiseta tenía dibujada una marimba, donde se podía leer “La Catanga”.

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