Playa
manabita de la "Mitad del Mundo",
a solo 15 km de la Escuela de Arte Latitud 7,
cuyo extraño nombre simplemente indica
sui ubicación en el planeta: coordenadas
0º0'7'', latitud sur. |
Mi primera noche en esta provincia la pasé
en el recinto Chebe, en casa de don Gustavino
Zambrano, desde donde salí muy temprano
en la mañana. Cuando eran cerca de las
13h00, había recorrido unos 50 km, decidí
guarecerme del intenso sol bajo la sombra de
un árbol a la vera del camino y así
descansar unos minutos. De pronto, un pequeño
rótulo colocado a uno pocos metros llamó
mi atención. Decía: “Escuela
de Arte Latitud 7”. Decidí entrar
a conocer y refrescarme un poco para luego continua
mi viaje. Su dueño era Jean-Marie Kientz,
un francés cincuentón que ha vivido
casi la mita de su vida en el Ecuador. Luego
de unos minutos del diálogo de rutina,
me invitó a que sea su huésped
durante esa noche, lo que no dudé en
aceptar, más aún tratándose
de un bonito mirador, rodeado con vegetación
natural y a pocos metros del mar. Al igual que
ayer, la nota de alegría la pusieron
los monos aulladores, que me acompañaron
con sus cantos en varios trayectos de mi viaje,
tanto en el sur de Esmeradas como en el norte
de Manabí.
Jueves 1 de marzo. Dos tipos
de paisajes han dominado mi viaje durante la
última semana. Por una parte mar y playas
hermosas; y por otra, extensas zonas ganaderas.
En más de una ocasión he tenido
que detenerme en la carretera para permitir
el paso del ganado. Es más, durante largos
trechos he tenido que percibir el olor del excremento
fresco depositado en el camino.
Hoy en la tarde pagué alto precio por
confiar en la percepción de la distancia
que tienen los campesinos. Cuando eran poco
más de las 16h00 pregunté por
la Escuela Río Muchacho, un lugar ecológico
de diseño alternativo ubicado cerca de
Canoa. Mi informante me indicó que estaba
a una hora de camino y que los últimos
15 minutos eran desviándose de la vía
principal. Sin duda se trataba de una distancia
corta. Sin embargo, luego de casi dos horas
de pedalear encontré un rótulo
que indicaba el desvío esperado, desde
donde empezaba un camino bastante lodoso y destruido
por la abundante ganadería del lugar.
Al preguntar nuevamente, un campesino me indicó
que la Escuela Río Muchacho se encontraba
a media hora. Eran cerca de las 18h00, pensé
que podría llegar antes que oscurezca.
Luego de recorrer unos 30 minutos y cuando creía
haber llegado, decidí nuevamente preguntar.
La respuesta fue: “Le falta una hora todavía
patrón, está lejitos”. Unos
30 minutos más tarde, ya con la noche
a cuestas, nuevamente pregunté, obteniendo
respuesta similar, situación que se repitió
30 minutos más tarde. Algo pasadas las
20h00 finalmente llegué a mi destino,
cuatro horas más tarde de lo previsto
por mi primer informante. Felizmente esta noche
tengo un lugar para dormir bastante original.
Fui acomodado en una pequeña casita construida
en la copa de un árbol, a unos 20 metros
de altura.
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